Hace unas semanas publicábamos unas reflexiones sobre la cuestión derivada de los certificados de defunción.
Sin perjuicio de que sea un honor enorme que el artículo en cuestión haya recibido más de cuatrocientas visitas, en este caso se ha dado una circunstancia excepcional: ha habido un colegiado que ha remitido un acertado comentario sobre el mismo.
La cuestión es importante, pues el título que lleva esta colaboración con MEDICINA GADITANA no es baladí, y se debe a que normalmente los temas que trato me los converso solamente con el hombre que siempre va conmigo y, por tanto, no dispongo de nadie con quien cambiar ideas sobre estos temas.
En este caso, me he apresurado a contestar al amable colegiado “pero” -siempre las malditas conjunciones adversativas creando dificultades- me he estrellado contra el ordenador y, a pesar de haber dado aplicadamente el correspondiente toque al reply, mi respuesta no se ha dignado a aparecer. Por ello, tragándome la decepción ante la técnica, reproduzco mi respuesta por este medio, que por ahora es más seguro y la siempre eficaz Eva me enseñará más adelante la forma de hacerlo como mejor proceda.
La cuestión está en que antes de certificar la defunción hay que asegurarse de que el fallecido no tenga implantado ningún artefacto que pueda explotar durante la incineración, produciendo daños en el crematorio, pues ya hemos tenido la experiencia de que ha ocurrido este incidente y ello ha dado origen a la correspondiente reclamación con el consiguiente disgusto para el colegiado.
Ante ello se me pregunta con acierto quién es la persona que tiene que retirar material peligroso como marcapasos o electro estimuladores implantados.
Lo que en este caso nos interesa es que el médico no vaya a certificar que el cadáver puede ser incinerado sin asegurarse de que se tomen las debidas precauciones con el artefacto en cuestión pues, según el diccionario de la RAE, si bien un artefacto es una obra mecánica hecha según arte, la cuarta acepción de la misma palabra significa cualquier carga explosiva, como mina, petardo, granada, etc.
Realmente no es alguien de letras quien puede dar la respuesta adecuada a la pregunta que se formula. Entiendo que lo que procede es preguntar a la familia del fallecido –o en su caso examinar si tiene alguna cicatriz en el tórax- y asegurarse de la clase de artefacto que el cadáver tiene implantado. Seguro que quien lo implantó es quien dispone de competencia técnica bastante para extraer el implante. Por eso, no creo que sea cuestión de avisar a los Tedax. Yo llamaría al servicio de Cardiología del hospital.
Y la semana que viene, más.