Acaba de aparecer publicada la noticia de que en un hospital español los médicos han aprobado el ‘check list’ quirúrgico. En la edición que manejo del diccionario de la Real Academia Española, la palabra ‘check lis’ aún no está incorporada. Supongo que no tardará mucho en estarlo pues es bien significativa. Se entiende internacionalmente y en español puede traducirse como lista de control, de verificación o de comprobación y es obligatorio antes de cada vuelo en avión.
Ya hemos defendido algunos asuntos penales en los que por no haber procedido a la comprobación de distintos elementos se han producido problemas en quirófano que ha habido que explicar al juez. Así, hemos tenido la sorpresa de que ha habido personal que ha actuado en quirófano como instrumentista y que ha sostenido que no es su obligación comprobar la lista del instrumental que manejan. De esta forma ya ha habido casos en los que se ha producido olvido en el interior del paciente de gasas e incluso, por lo menos en una ocasión que recuerde, de una pinza “Pean” que, sobre la mesa del juez destacaba como aparatosamente enorme. Dejar instrumentos en el interior de pacientes es lo que en terminología médico se llama incarceración.
Por eso me parece que es buena la idea del check list. Comprendo que al cirujano no le hace ninguna gracia tener que comprobar que todo el personal que interviene en una operación cumple escrupulosamente su trabajo. Pero lo cierto es que, por mucho que se proteste y se diga que ya ha dejado de ser cierto, el primer cirujano continúa siendo hoy, como siempre lo fue, el jefe, el boss, el baranda, el patrón, el líder y, por tanto, le conviene tener las espaldas cubiertas por si se produce cualquier tipo de incidente en quirófano.
En esa lista obligatoria se deberían incluir preguntas relativas a la identidad del paciente (no es la primera vez que en la camilla está un tipo distinto al que se espera), la parte del cuerpo sobre la que se va a operar (asegurarse de que es la rodilla, el oído, el ojo o la mano correcta y no la contraria –ya se nos ha dado el caso-), alergias a medicamentos o a látex u otras, anticoagulantes o antiagregantes plaquetarios, el ayuno antes de la anestesia, comprobar que el consentimiento informado está firmado por completo y todos los apartados rellenos (incluida la firma del cirujano y la fecha), comprobación de que no falta en el quirófano ningún tipo de material que se pueda echar de menos y todas esas cosas que hacen rutinariamente los médicos y que, precisamente por la rutina, pueden pasar desapercibidas.
En definitiva, que me parece una buena idea la de establecer el check list quirúrgico como obligatorio. Si alguien no está de acuerdo, me encantaría discutir el tema.
Y la semana que viene, más.
Miguel Fernández-Melero Enríquez
Asesor Jurídico del Colegio