Cada década se triplican los casos de cáncer de piel. Alrededor de tres millones de personas son diagnosticados cada año de tumores cutáneos no de tipo melanoma. A lo largo de la vida una de cada seis personas desarrollará un cáncer de piel.
Los tumores malignos de piel son los más frecuentes, y ello ha hecho que desde la Unión Europea se hayan desarrollado campañas para su prevención, impulsada por más de 30 países. La exposición a los rayos ultravioletas (UVB y UVA) del sol es el factor de riesgo más importante para desarrollar un cáncer de piel. En el caso del melanoma el 90% está relacionado con la exposición solar y sólo el 10% a condicionantes genéticos o de otro tipo.
La Asociación Española de Dermatología y Venereología (AEDV) ha destacado que la fotoprotección no se limita a la acción de utilizar cremas de protección solar, sino que es una actitud ante el culto al sol de nuestro tiempo.
Las personas con ciertos factores de riesgos tienen más probabilidad que otras de contraer cáncer de piel. Los más importantes son:
Piel clara
Antecedentes familiares de cáncer de piel.
Antecedentes personales de cáncer de piel
Exposición al sol debido al trabajo o a las actividades deportivas y recreativas.
Antecedentes de quemaduras solares, en especial, durante la infancia.
Antecedentes de bronceado en cámaras de rayos UVA o camas solares
Piel que fácilmente se quema, enrojece o que le salen pecas
Ojos claros, azules o verdes.
Cabello rubio o pelirrojo
Cierto tipo de lunares o tener muchos lunares.
Las personas se broncean o se queman dependiendo del tipo de piel, de la época del año y del tiempo de exposición al sol. Los seis tipos de piel, según la probabilidad de broncearse o quemarse son:
Siempre se quema, nunca se broncea, es muy sensible a la exposición a los rayos ultravioletas.
Se quema fácilmente y se broncea muy poco
Se quema moderadamente, se broncea gradualmente hasta alcanzar un tono trigueño claro.
Se quema poco, siempre se broncea hasta alcanzar un tono moreno claro
Rara vez se quema, se broncea fácilmente hasta alcanzar un tono moreno oscuro.
Nunca se quema, muy pigmentado, el de menos sensibilidad al sol.
Las de mayor riesgo son las personas de los tipos I y II de piel.
Las recomendaciones se centran en tres pilares fundamentales:
Protegerse de la exposición solar: buscar siempre la sombra, utilizar sombrillas y evitar exponerse al sol durante las horas centrales del día. Consultar diariamente las predicciones meteorológicas en cuanto a intensidad de radiaciones ultravioletas.
Usar indumentaria para proteger la piel de la exposición solar. En verano prendas como gorras o sombreros, pañuelos, gafas de sol o camisetas deben ser de uso habitual. Para cubrirse la cabeza utilice un sombrero de ala ancha que cubra el rostro, las orejas y la nuca. Los más adecuados son los de lona, evite el uso de sombreros de paja con orificios que dejen pasar la luz del sol. El uso de gafas de sol, con adecuados filtros solares, está recomendado. En general, los tejidos que se emplean para confeccionar las camisetas y prendas deportivas confieren una protección muy alta frente a los rayos ultravioleta (UV). Además, se sabe que las telas sintéticas, protegen más que las fibras naturales de algodón o de lino; que los colores oscuros dan más protección que los claros, aunque muchas ropas llevan incorporados blanqueantes que absorben los rayos nocivos; y que el grosor de la tela y que la prenda esté seca son dos factores que elevan la protección, pues una ropa mojada protege tres veces menos. Se calcula que de media una camiseta normal equivale a un nivel de protección de FPS 15
Utilizar fotoprotectores solares en distintas presentaciones (gel, cremas, etc.) y emplearlos según cuatro normas básicas:
Aplicarlos antes de salir de casa y no dejarlo para cuando ya se está en la playa o en la piscina.
30 minutos antes de exponerse al sol.
Sobre la piel seca.
Y de forma generosa y reponerlos de manera continua, sin escatimar en cantidad. El factor de protección debe ser más alto los primeros días y adecuado a cada fototipo de piel y se puede reducir, de forma progresiva, en las siguientes jornadas. Además, usar cremas solares no debe tener por objetivo permanecer más tiempo bajo el sol; hay que evitar las horas centrales del día y tumbarse y quedar inmóvil durante horas para tomarlo. Se recomienda estar en movimiento.
En cuanto al melanoma, el tumor de piel de mayor malignidad y que se localiza en los lunares, es fácil recordar los signos de alarma que nos deben hacer acudir al médico. Basta con recordar las cinco primeras letras del abecedario.
Asimetría. ¿El lunar tiene forma irregular con partes muy diferentes entre ellas.
Bordes. ¿Los bordes son irregulares?
Color. ¿Tiene diferentes colores, despinta?
Diámetro. ¿Tiene un tamaño superior al de un guisante?
Evolución. ¿Ha cambiado de características en las últimas semanas o meses?