¿Imaginan un mundo sin dolor? El dolor es consustancial a la vida, forma parte de nuestra existencia, se cuela cuando nacemos y hurga en nuestras entrañas cuando nos morimos. Cada uno lo sufre a su manera. No existe dolor comparable con el que cada uno siente. Es una vivencia personal e intransferible. Nuestra condición de animal racional nos hace sufrir el dolor como ningún otro animal de la creación, sintiéndolo, recordándolo, imaginándolo. No existe instrumento sofisticado, ni tecnología punta capaz de medir el dolor que se sufre, el malestar que se padece. Sin dolor no existiría la felicidad, ya que es imposible concebir ese estado transitorio de gozo con la presencia del dolor. Se puede vivir con dolor y a la par sentir otros sentimientos, otras sensaciones, otras vivencias, aunque éstas sean siempre desvirtuadas ante la presencia de ese sufrimiento que nos atenaza. Decía José Saramago que la alegría y el dolor no son como el aceite y el agua, pueden coexistir ambas e incluso mezclarse en el mismo tiempo, aunque el dolor siempre desvirtuará todo lo que toca.
El 17 de octubre se celebra el Día Mundial Contra el Dolor. Esta es una iniciativa de la OMS cuyo objetivo es destacar la necesidad urgente de encontrar un mejor alivio para el sufrimiento físico de enfermedades que causan dolor. Según los datos estadísticos más del50% de las consultas de atención primaria se producen por dolor. Una de cada cinco personas sufre dolor crónico de moderado a intenso, y una de cada tres no puede mantener una buena calidad de vida debido a sus dolencias. La OMS ha propuesto que el dolor en sí sea considerado como una enfermedad, y ha indicado que su alivio se catalogue como un “derecho humano”. Nadie debe soportar un dolor crónico y persistente existiendo fármacos y alternativas terapéuticas que pueden mitigar tal sufrimiento. En el ranking de consumo de fármacos los analgésicos ocupan el primer lugar.
La Asociación Internacional para el Estudio del Dolor (IASP) ha declarado este año 2016 como Año Global contra el Dolor Articular. Este tipo de dolor musculoesquelético es el síntoma más frecuente en todo el mundo. Se tarta de un problema complejo y de carácter crónico, y que agrupa a enfermedades reumáticas, degenerativas, mecánicas, traumáticas, etc. Las bajas laborales y los coste sanitarios provocados por este tipo de dolencia suponen cifras millonarias en los países industrializados.
Existen dolores llevaderos, viscerales, punzantes. Algunos incluso llegan a hacernos perder la razón. El dolor físico se vive a flor de piel, se puede ubicar e incluso encontrarle una explicación que nos convenza de su origen. El peor de todos es el dolor del alma, ese que no tiene razón de existir y que sólo está presente en el lugar más recóndito de nuestro corazón.
No se teme a la muerte, lo que aterroriza es el sufrimiento que nos relega a la sinrazón, se teme a ese dolor físico o del espíritu que nos quita la conciencia y nos hace extrañarnos a nosotros mismos. Para el escritor austriaco Stefan Zweig dolor es sinónimo de búsqueda, de creación, de inquietud, “toda la ciencia viene del dolor”. El dolor busca siempre la causa de las cosas, mientras que el bienestar se inclina a la complacencia, a estar quieto y a no volver la mirada atrás.
Decía Buda que el dolor humano es inevitable, pero que el sufrimiento es opcional.
BIBLIOGRAFÍA
http://www.un.org/spanish/News/story.asp?newsID=3221&criteria1