En este marasmo de malas noticias, en lo que se refiere al Medio Ambiente, parece que la sensatez ha imperado al fin. La Cumbre de París, celebrada hace poco, ha cerrado un acuerdo histórico en lo que se refiere al cambio climático. Ciento noventa y cinco países se han puesto de acuerdo en disminuir, de aquí a los próximos años, en un 11% las emisiones mundiales de gases con efecto invernadero. Hasta la inmovilista Administración Americana ha suscrito dicho acuerdo. Según la Agencia Mundial de Meteorología el año 2016 pasará a la historia como el más caluroso desde que existen series históricas. Los países más contaminantes deberán hacer un esfuerzo inversor cifrado en más de 100.000 millones de dólares anuales. Los mercados bursátiles han tomado buena cuenta de ello y se espera un alza en las inversiones de energías limpias.
Detrás de esta contaminación desmesurada se encuentran muchos problemas de salud que afectan a la población general, sobre todo en lo concerniente a enfermedades respiratorias agudas y crónicas. Se calcula que en el mundo alrededor de 1,3 millones de personas mueren al año a causa de la contaminación urbana. El aire contaminado representa un grave problema de higiene y seguridad ambiental que afecta a países desarrollados y en vías de desarrollo. Los residentes de la ciudades padecen muchas más enfermedades respiratorias que en las zonas rurales. La OMS calcula que si la media de la contaminación anual de material particulado (MP) en el aire respirado se reduce de 70 a 20 microgramos/m3 se podría evitar el 15% de la mortalidad a largo plazo causada por la contaminación ambiental, sobre todo de enfermedades respiratorias crónica y cardiovasculares.
La OMS ha establecido el día 16 de noviembre como el Día Mundial de la Enfermedad Pulmonar Obstructiva Crónica (EPOC). Si bien el factor fundamental para evitar las consecuencias nefastas de esta enfermedad crónica es la prevención de tabaquismo y la exposición pasiva al humo del tabaco, también la contaminación del aires en locales cerrados (por uso de la biomasa como combustible) y la contaminación del aire exterior son factores de riesgo que cada vez alcanzan más relevancia. Se calcula que alrededor de 64 millones de persona sufren EPOC y tres millones mueren anualmente por dicha causa. Se vaticina que la EPOC se habrá convertido en la cuarta causa de muerte en el año 2030.
La mejora de la calidad del aire que respiramos puede disminuir considerablemente el número de personas que padecen enfermedades respiratorias, tanto agudas como crónicas. La aplicación de normas y reglamentos destinados a controlar las emisiones de contaminantes atmosféricos puede mejorar la calidad del aire y a su vez aminorar la carga de morbilidad y mejorar la salud. La carga sanitaria que la contaminación atmosférica urbana depende de la composición de esos contaminantes y del número de personas que respiran el aire contaminado.
Mejorar la calidad del aire que respiramos en nuestras ciudades debe ser un compromiso urgente e ineludible de las Administraciones y una obligación de los Poderes Públicos para con sus ciudadanos. Igualmente es nuestra responsabilidad individual reducir el consumo de combustibles fósiles.
Respirar un aire limpio debe ser un derecho de la Humanidad.
BIBLIOGRAFÍA
http://www.who.int/respiratory/copd/es