Irene Betancort
El sábado 20 de mayo y con fuerte viento de levante hicimos el recorrido de los molinos de Santa Lucía, en la pedanía del mismo nombre perteneciente a Vejer.
Empezamos en el primero, frente a la iglesia con su gran palmera sosteniendo el pórtico y al lado hay una venta famosa por sus carnes (la Castillería), del molino quedan ruinas, pero se ve bien el cubo, es la parte del molino que recibe el agua y con su caída de unos 5 metros mueve las muelas.
Vamos subiendo poco a poco buscando los otros molinos a través de una densa y gran vegetación, que da en muchos puntos sombra. En todos los molinos se observan piedras soleras y piedras volanderas (las que conocemos como piedras de molino), pasamos al lado del acueducto, que en realidad no lo perdemos de vista y continuamos nuestro ascenso buscando más molinos. Hay uno, que se llama de Batan, del que se sospecha que su función no era moler, sino mover unos mazos para golpear los tejidos. Al cuarto molino, el Garrobo, su nombre le viene de un gran árbol de algarrobo que abraza una roca, este molino me pareció el más bonito, se forma una pequeña piscina, con el agua turquesa por el fondo de roca que tiene y desde el que se observa una vista de Vejer fantástica.
Hasta aquí tuvimos gran vegetación, agua, cascadas increíbles, a dos pasos de la carretera general, agua, agua por todas partes y aquí se acabó, seguimos por una vía pecuaria para poder hacer la ruta circular, contemplando unas bonitas vistas, el pueblo de Vejer, la laguna desecada de la Janda y al fondo la playa del Palmar.
La ruta es corta (6,5 Km), fácil de hacer, recomendable repetir pues la visión de esa gran cantidad de agua, limpia, transparente… calma el espíritu.
Nuestro guía era David Moreno, ya conocido de otras rutas, estupendo y muy ameno, enseñándonos mucho. Yo creo que disfrutaba más que nosotros.