Que la Justicia es lenta es algo sobre lo que no cabe discusión. Lo que pasa es que en ocasiones esta lentitud resulta exagerada.
Ocurre que una colegiada se ha visto inmersa en un procedimiento judicial complicado, que comenzó en el mes de mayo de 2004, cuando una paciente se desplomó sobre un charco de lejía y sufrió quemaduras a consecuencia de las cuales terminó falleciendo. No doy más detalles, pero el asunto es tan singular que seguro que la interesada sabe de lo que estoy hablando.
Pues resulta que la instrucción del procedimiento duró una eternidad, durante la cual estuve en contacto con mi defendida. Prestó su declaración como imputada junto a muchas otras personas, hubo informes de peritos y en el año 2007, tres años después de iniciarse la instrucción, se llegó a la conclusión de que había que ir a juicio oral.
En el año 2008 se preparó el escrito de defensa, se propusieron nuestras pruebas, se derivaron los autos al Juzgado de lo Penal y el juicio quedó señalado para un día del año 2011. Durante todo ese tiempo mi defendida estuvo regularmente informada de cómo transcurría la instrucción del asunto. El juicio se señaló de nuevo para el mes de noviembre de 2012.
Suspendido porque un forense no había sido citado en forma, se señaló de nuevo para abril de 2013. Suspendido de nuevo por enfermedad de un abogado, se señala de nuevo para dos días consecutivos del mes de septiembre de 2014, fechas en que por fin se celebra.
La sentencia absolutoria se recibe en septiembre de 2015, de lo que se da cuenta a mi defendida. La contraparte anuncia recurso de apelación, pide copia de la grabación del juicio y quedamos pendientes de la presentación del recurso para hacer nuestras alegaciones. Han transcurrido 11 años desde que empezó la aventura.
Ahora se me notifica que el contrario ha desistido de presentar recurso y que la sentencia absolutoria es firme. Trato de llamar a mi defendida para comunicarle la noticia y que el asunto está terminado, y no consigo dar con ella. El teléfono al que llamo no me responde y no hay buzón.
Como quiera que medicinagaditana.es tiene multitud de lectores, confío en que a través de esta página se entere mi defendida de que ya puede dormir tranquila.
Y la semana que viene, más.