Por Abel Saldarreaga Marín
La cita era en la plaza de San Severiano, en una mañana soleada para más señas donde, tras los primeros saludos con otros colegas, nos acogía una bandera de España ondeante al ritmo de una suave brisa que nos daba la bienvenida en la entrada. Aguardamos unos instantes para pasar lista, respondiendo los más osados a la voz de “presente” y, de este modo, iniciar la visita al Instituto Hidrográfico de la Marina (IHM) de Cádiz. Nos llamó gratamente la atención la pequeña ciudadela que encontramos al traspasar la cancela de entrada, con calles perfectamente asfaltadas, edificios pulcramente encalados y naranjos y jardines muy bien cuidados que delimitaban el recorrido. Se respiraba un ambiente mezcla de curiosidad y de ilusión, por saber qué nos deparaba la jornada dentro de estas dependencias cargadas de historia.
Un país que tiene una longitud de costa de 7.780 kilómetros y una extensión virtual de su zona económica exclusiva de un millón de kilómetros cuadrados, merecía tener un organismo que lo representase. Así nació el IHM, donde se respira historia y añoranza por las gestas navales y científicas de otros tiempos, llevadas a cabo por insignes navegantes. No en vano, ubicado en Cádiz desde 1944, es el heredero de la actividad de la Casa de Contratación, fundada en 1503 por los Reyes Católicos.
Recibimos información de los cometidos que tienen lugar en las instalaciones, donde queda patente que la actividad del hombre en la mar no es posible sin la información que la Hidrografía proporciona. El conocimiento exacto del perfil de la costa, los fondos marinos, los vientos y las mareas, se hacen imprescindibles para que la navegación y cualquier actividad en la mar sea segura. Así, el IHM es el organismo del Estado Español encargado de la formación y conservación de la cartografía náutica y de la documentación oficial de uso obligatorio para el navegante, de acuerdo con las directrices de la Oficina Hidrográfica Internacional. Se describen las distintas secciones que la componen: Hidrografía, Cartografía, Navegación, Oceanografía, Industrial, Escuela de Hidrografía Alejandro Malaspina y Archivo Histórico.
Cuando pasamos al Archivo Histórico quedamos sobrecogidos con la historia naval de España de los últimos tres siglos. El IHM como centro científico que es, posee un archivo histórico tanto para su propio uso documental como de los investigadores. Hay cuatro salas donde se exhiben fondos de los siglos XVIII, XIX y XX. Aquí apreciaremos modelos de antiguos buques hidrográficos, instrumentos de navegación, libros, cartas náuticas y manuscritos inéditos de la época colonial española, proporcionando al visitante lo necesario para poder conocer la historia de este centro, heredero de una actividad centenaria. Así, en una de las vitrinas nos deleitaremos con una de las piezas más queridas por el personal del Instituto: un tomo de la primera edición del Atlas Marítimo de Tofiño, que representa los comienzos de la Cartografía española moderna. En él se recogen todas las costas de la península, Baleares, la parte norte de África y unos levantamientos en Canarias y derroteros que complementan cada parte del atlas. Como curiosidad, decir que Tofiño empleó para su elaboración el tiempo récord de cinco años, todo un logro en pleno siglo XVIII.
Otro insigne que nos observa desde un óleo es Alejandro Malaspina, que dio nombre a su expedición con la intención inicial de efectuar un viaje científico y político alrededor del mundo, comenzando la exploración naval más audaz hasta la fecha. Sin embargo, la mayoría del material de estudio recabado por Malaespina no fue revelado hasta un siglo después por su implicación en conspiraciones políticas que le costó el destierro a su Italia natal. Esto no debe restar la repercusión científica que supuso su trabajo, hecho que se refleja actualmente en el nombre de uno de los buques hidrográficos de la flotilla hidrográfica.
En una vitrina de la sala podemos observar una pequeña selección de la enorme documentación que se conserva de la comisión en la época de la pérdida colonial, formada por más de cien legajos que contienen oficios, partes de guerra y cartas particulares entre mandos, que no solo reflejan momentos de la actividad militar sino de la vida cotidiana en esos duros momentos en ultramar. Son manuscritos y carteos entre los mandos, en distintos momentos de la historia de España, como los concernientes a la entrega de Filipinas a Estados Unidos. Deténganse un momento, pues es a destacar que no faltan anécdotas del orgullo patrio que han quedado plasmadas para siempre, como el caso de una cuartilla que reza con impecable caligrafía: “si quieren los americanos los papeles, que los escriban ellos”; esto se refiere a la petición que, tras la entrega del archipiélago, hacen los mandos estadounidenses para que España les entregara además la cartografía.
Asimismo, las paredes están decoradas por grabados a plumilla de levantamientos de gran belleza y calidad, como el de la ciudad de Marbella cuando solo era un pueblo de pescadores.
Otra parte muy interesante y probablemente la más curiosa de la visita, es la sala donde se guardan las planchas de cobre para la realización de las cartas náuticas, repartidas en varios armarios con bastidores especiales que soportan como mínimo una tonelada de peso. Se utiliza el cobre para la grabación por ser un metal muy dúctil que permitía hacer con facilidad correcciones parciales del dibujo, tan importante en la cartografía náutica. El trabajo de grabado de las planchas era totalmente artesanal y requería elevada cualificación profesional con profundos conocimientos de grabado y de dibujo, basada en una técnica mixta entre el aguafuerte y el buril. Remarcar la destreza de estos profesionales, que hacían el trabajo al revés, valiéndose de distintas puntas y de espejos, al hacer un negativo para obtenerse un positivo. Podemos observar en una vitrina distintos utensilios y parte del proceso de grabado de las planchas explicado detalladamente por nuestra guía. Este procedimiento estuvo vigente hasta 1950, y a partir de entonces las nuevas cartas se grababan en planchas de zinc hasta los años setenta, siendo sustituidas posteriormente por el aluminio. Actualmente el sistema es completamente digital.
Como curiosidad podemos ver el registro rubricado por S.M. el Rey Emérito D. Juan Carlos I en sus visitas al IHM en 1997 y 2009.
Y dejando atrás este gran tesoro histórico, seguimos la ruta para asomarnos a la sección de Oceanografía, que comparte información con costas del Estado, estudia las mareas y la dinámica de los océanos y da apoyo militar al Ministerio de Defensa, proporcionando datos medioambientales, de mareas y astronómicos en caso de una posible operación militar. Asistimos a una explicación detallada del comportamiento de las mareas, explicando el interesante concepto del cero hidrográfico, tan importante en la elaboración de las cartas náuticas.
Entre los diferentes órganos con los que colabora a nivel de coordinación, se nos hace partícipes de que en 2020 el IHM será el encargado de coger el mando marítimo de la OTAN: España será la nación que dé el apoyo hidrográfico y oceanográfico durante todo el año a cualquier operación que tenga lugar en nuestra zona de influencia.
En la oficina de balizamiento, que facilita al navegante toda la información relativa a la señalización marítima, vemos en tiempo real la georreferencia de estas señales en cartografía digital.
Vamos terminando la visita llegando así a la tecnología más avanzada que en la actualidad permite compilar cartas electrónicas en bases de datos, eso sí, siempre respaldadas por ejemplares en papel. Se nos explica el uso de la fotogrametría para confeccionar las cartas desde los montajes fotográficos aéreos hasta la utilización actual de programas sofisticados de gran resolución que incorporan incluso la utilización de tecnología 3D y de drones para obtener una visión detallada de la orografía del terreno costero.
Así, nos llevamos con esta visita una visión clara de los grandes cometidos que realiza el Instituto Hidrográfico de la Marina, desde la elaboración de las cartas náuticas y el estudio de las variaciones de las mareas y las corrientes, a los cambios de los fondos marinos, las señalizaciones de los distintos dispositivos o la vigilancia por la seguridad del país a nivel militar, sin olvidar la preservación de nuestra riqueza patrimonial de los pecios que se encuentran en nuestras aguas o del rico ecosistema marino español.
Antes, veía el majestuoso edificio y sentía curiosidad y extrañeza, imaginando qué albergaban sus instalaciones. Ahora, tras esta interesante y provechosa visita, donde conceptos como cartografía, cero hidrográfico, derrotero o carta náutica ya son un poco más familiares, al observar el Instituto Hidrográfico de la Marina me embarga un sentimiento de respeto y admiración al haber compartido, aunque sea durante unas horas, un fragmento de la historia de España en nuestra querida ciudad de Cádiz.