El Dr. Esteban Cosano publica la novela biográfica ‘Vincent’
‘Vincent’ es una idea forjada después de muchos años de actividad pictórica como aficionado del médico radiólogo afincado en Jerez Esteban Cosano Montero. Definida como novela biográfica, ‘Vincent’ (editorial Berenice) recrea los últimos años de la vida de Van Gogh en Auvers-sur-Oise a partir de las memorias ficticias de Adeline Ravoux, quien sería la última modelo que posó para el pintor.
La afición por Van Gogh llevó a Esteban Cosano a poner en contacto, a través del grupo de
hermanamiento de ciudades Albatros, a Jerez con Arlés, “donde más y mejor
pinta Van Gogh”, afirma. La gestación del libro ha derivado en una búsqueda que le ha llevado a completar un periplo de cinco años de acercamiento al recorrido vital del artista durante este periodo. ‘Vincent’ fue presentado en la Asociación Nicolás Monardes de Sevilla, posteriormente por Jerez o El Puerto de Santa María y hace tan solo unos días en el propio Ayuntamiento de Arles.
- ‘Vincent’ es una novela biográfica. ¿Qué características toma de uno y otro género?, ¿qué antecedentes literarios le han servido de modelo?
Vincent” es un ejercicio literario libre creado desde la empatía, tras leer muchos libros biográficos y sobre el personaje y el arte del pintor, y la posibilidad de recorrer su circuito vital, sobre todo por Arlés, con quien Jerez tiene un hermanamiento entre ciudades muy fuerte. Fabrico algunos personajes que me ayudan a encajar situaciones y conocer mejor a los personajes reales, cuyas referencias históricas son rigurosas.
- El cine tomaba recientemente la pincelada de Van Gogh en ‘Loving Vincent’, la Tate Britain le dedica estos días una muestra a sus años londinenses… ¿qué cambia en la mirada del Arte que lo hace pasar de invisible en vida a seducir a cualquier ojo que lo mira hoy día?
El observador o artista de hoy está saturado por las imágenes y la historia de este desgraciado portento, del que no pasa un año sin descubrirse alguna novedad o detalle que echa por tierra datos anteriores que se daban como ciertos. En Loving Vincent, magnífica película animada, se juega con la novedosa teoría de Steven Naifeh y Gregory White que el origen de su muerte fuera accidental, no por autolisis. De su monumental obra de casi mil páginas, muy documentada, yo he elaborado un compendio para compañeros médicos que me ayudaron a realizar un foro, para concretar sus dolencias. Todavía no me convencen totalmente sus bien documentadas teorías.
El descubrimiento de su calidad pictórica está más en una evolución histórica de la sensibilidad artística, fenómeno reiterativo que también nos ocurre ahora con otros pintores. El mundo donde Van Gogh desarrolla su arte era entonces muy académico, con leyes cerradas que no permitían a ojos burgueses contemplar otro arte que el entonces clásico.
- ¿Qué le atrajo de Van Gogh para pisar sus escenarios?, ¿qué ha descubierto de él en estos lugares?
Pinto y hago otras cosas artísticas, modestamente, en mi escaso tiempo libre. Desde mi juventud, “La Iglesia de Auvers” , “Los trigales con cuervos” y “La llanura de la Crau, en Arlés” eran posters regalados por laboratorios que decoraron mi habitación durante los seis años de mi carrera en el Colegio Mayor Hernando Colón, de Sevilla.
En concreto, a pie, delante de lo que hoy es “El puente de Langlois”, en Arlés, fue cuando elaboré parte del argumento.
- ¿Qué señales le pusieron en el camino de esta novela?
A pesar de leer montones de obras literarias sobre el personaje, solo cuando estuve en el altillo de la pensión de Ravoux, en Auvers-sur-Oise, donde expira, pensé que no había hecho nadie un flash-back, novelando las últimas treinta y tantas horas de agonía en su cama.
La enorme página web “The Van Gogh Gallery” del canadiense David Brooks, con todos los cuadros conocidos que quedan de él en el mundo y todas sus cartas, me proporcionó parte de los datos que consulté para documentarme y así monté la trama.
El traductor de esta página, Pepe Navarro, especialista en Van Gogh, fue el que me espoleó hasta el final.
- Van Gogh se aleja de la algarabía de París, vive y traslada a su pintura la naturaleza y la noble gente del campo y, aunque su arte es muy identificable, se siente muy cercano a los pintores a los que admira, desde Rembrandt, Delacroix -de quien aspira a asumir su maestría en el manejo del color-, Millet y tantos otros. La minuciosa descripción que hace a su hermano Theo de su obra en curso es muy bella y hasta obsesiva… ¿No cree que su permanente desubicación vital dan de Van Gogh una imagen alejada de su pintura sin concesiones y, como digo, repleta de rigor artístico?
Cuando Van Gogh se aleja de París mantiene una difícil convivencia con Theo y está cabreado con todo el mundo, sentimientos que varían poco hasta su muerte, empeorándose todo tras los brotes psicóticos del último año.
Antes de esto es la ‘mosca cojonera’ en cualquiera de las ciudades donde habita.
Cuando baja de París al Midi, mejor a distancia, se agranda y dilata la maravillosa obra literaria epistolar con su hermano, su familia y sus compañeros. En ella, su portentosa memoria se traslada a todas y cada una de las descripciones de obras literarias y pictóricas con las que topa.
En cuanto a su pintura, hay una etapa previa a París, y posterior a su experiencia frustrada como pastor de almas. Predomina en ella la paleta de tonos medios y oscuros, con gamas de tierras siena, rojos mates y grises azulados y verdosos, mayormente usados por la Escuela de La Haya. Posteriormente, hay una conversión que le presta el conocimiento de los impresionistas y la lectura de toda la teoría cromática de Delacroix. La amistad y la visión de puntillistas, como Signac, el independiente Lautrec, otro amigo del alma, tal como el cloisonista Emile Bernard, y el postimpresionismo de Cezanne le suministran recursos para el cambio de su vigorosa paleta en el Midi, con cromatismos luminosos, en la que hay de todo lo que vio en las obras de sus compañeros, pero con un sello original e inconfundible. Su meta cromática: Delacroix y el cénit temático: Millet.
- La novela parte de la biografía de una modelo del pintor -siempre echó en falta menos tener más modelos con los que trabajar-. ¿Qué desafíos le ha planteado el punto de vista en la narración y cómo enriquece la aproximación al pintor?
La modelo que me sirve es Adeline Ravoux, hija de Gaston Ravoux, dueño del hostal donde muere. Es un pretexto, un Macguffin, inventado como personaje, que me permite, a través de un libro ficticio que recibe de regalo, entrar transversamente en el personaje a través de su lectura.
En realidad, Van Gogh le hizo tres cuadros, curiosamente en el mismo perfil derecho, seguramente los dos últimos, casi copias del primero, por el escaso éxito que tenía al reclutar modelos. Ella lo recordaba no muy agradablemente, por su mirada dura y avinagrada.
Su figura, desastrada en algunas de las fases de su vida, y el carácter hosco y poco amigable eran características que no le hacían grato a los demás el posar para él, cosa que tuvo que trabajarse casi siempre a base de dinero, aportado, generosamente por su hermano Theo.
- ¿Qué refulge en los últimos años de Van Gogh en los que centra su novela y qué se rompe en él definitiva y dramáticamente?
Creo que la conjunción alcoholismo, sífilis, saturnismo, una probable porfiria aguda intermitente más los problemas familiares de Theo, con el probable fin de su simbiosis económica con él, serían los desencadenantes de su última crisis.
No es exactamente verdad que vendiera un solo cuadro: “La viña roja”. Toda su producción era concienzudamente enviada en paquetes enrollados con lienzos y dibujos a su hermano Theo, en París, el cual le enviaba en tres giros mensuales, uno cada diez días, cincuenta francos, o sea, ciento cincuenta francos al mes, cuando el sueldo medio de un trabajador no llegaba a los cien francos. Dinero por obras.
- Hoy su obra y figura están redimidas y perduran sus maravillosas cartas…
Es un milagro que después de la muerte de ambos hermanos, con solo seis meses de diferencia, toda la enorme acumulación de su obra, heredada por Jo Bonger, su cuñada, no se perdiera, de no haber accedido ésta a la lectura detallada de sus cartas. Ella, con su insistencia de exponer los cuadros que dejó en París, primero en diferentes lugares de Holanda, y en Francia después, fue la que hizo posible la redención de su figura y obra, y la iniciadora de su imparable leyenda, culminada con la Fundación Van Gogh de Ámsterdam y su espectacular Museo.
He estado en todos los puntos del recorrido vital del pintor y los que me impresionaron más fueron Auvers-sur-Oise, Sant-Remy-de-la-Provence y Arlés, ciudades en las que pinta con mayor desenvoltura y las creaciones espectaculares se repiten casi a diario, incluso durante su estancia en el manicomio San Paul de Mausole. Lugares en los que llega a dominar el pigmento amarillo y todas sus combinaciones.
En la ciudad de Arlés he presentado mi libro a principio de este mes, invitado por el Hermanamiento entre Ciudades Municipal y he asistido a varios actos de glorificación del pintor y su obra, precisamente donde antes de ingresar en el manicomio de la vecina Sant-Remy-de-la-Provence, este genio desdichado era un apestado al que todo el mundo miraba mal y su obra era claramente detestada. Lo fue hasta el punto que el maravilloso retrato al Dr. Rey que le curó la oreja y le trató sus primeras crisis mentales, fue usado para tapar un gran boquete en la pared de una alacena en la casa de sus padres.
La vida puede ser muy injusta, pero el tiempo suele poner en su sitio a cada cual y destacar a los verdaderos talentos creativos, aunque sea después de un angustioso proceso de acomodación de la sensibilidad artística colectiva.