Immune to discouragement, o sea, inasequible al desaliento: eso es lo que parece que tengo que ser, porque los problemas a los que me vengo refiriendo desde esta tertulia se repiten una y otra vez, por mucho cuidado que hemos solicitado que se tenga.
Días atrás hemos vuelto a tener el problema de la equivocación que se sufre como consecuencia de no coordinar adecuadamente la actividad con el personal auxiliar. Cuidado con no operar la rodilla derecha si la que tiene el problema es la izquierda, o la cadera, o el ojo, o el oído u otras cosas. Por mucho que el paciente esté ya colocado sobre la mesa en determinada postura, hay que asegurarse. Y mucho cuidado si resulta que es extranjero, que parece que habla español y no ha entendido. Total, que es obligatorio volver a consultar cuidadosamente la historia antes de meter el cuchillo.
Otro problema que hemos tenido recientemente está en las recetas. Cuidado con lo que el paciente solicita. No todo lo que pide se le puede recetar, porque luego viene la inspeccion de Farmacia comprobando y nos encontramos con que quien ha recetado anabolizantes se encuentra teniendo que dar amargas explicaciones al Juez de Instrucción. Y resulta bien lamentable que quien se ha llevado toda su vida peleando por la salud pública resulte en definitiva acusado precisamente de un delito contra la salud pública.
Y lo último. La estrella. Cuidado con los reconocimientos. Que se hagan siempre a la presencia de personal auxiliar. Es un problema que sigue produciéndose y que puede terminar con una petición fiscal de entre un año y tres de prisión en el mejor de los casos (puede comprobarse lo que digo echándole un vistazo al artículo 181 del Código Penal).
Dejaremos para otro momento volver a hablar de consentimientos informados, historias clínicas y cosas de esas que también siguen dando problemas.
Y la semana que viene, más.
Miguel Fernández-Melero Enríquez
Asesor Jurídico del Colegio