Miguel Fernández-Melero Enríquez – Jefe de la Asesoría Jurídica del COMCADIZ
Solo tenemos que ver cualquier telediario, o leer cualquier periódico, para comprobar que la mayor parte de las noticias que nos llegan cada día se refieren a asuntos que terminan por ser temas judiciales. La mayor parte se refieren a accidentes de circulación por atropello de ciclistas, o trenes que descarrilan, o puentes que se caen, o violencia de género, o atracos, o cualesquiera de las múltiples desgracias que suceden a diario. A veces se trata de noticias de timos, engaños, fraudes o estafas acerca de los cuales suele alertar la Policía. Y tampoco es raro encontrar noticias que se refieren a Médicos, y no siempre son buenas noticias.
Una cuestión que me está preocupando, y que ya ha llegado a dar un serio disgusto a algún colegiado se refiere a las falsificaciones.
No es raro que el médico de atención primaria, que debe atender a un usuario cada cinco minutos, se encuentre con un paciente que le presenta un documento, firmado por un especialista, en el que se establece un determinado diagnóstico que requiere de un cierto tratamiento.
La mayor parte de las veces la situación es perfectamente real. El paciente ha acudido a su médico privado (mucho más rápido que el del servicio público pues no padece la misma masificación), el cual le ha hecho un reconocimiento a fondo, le ha solicitado todos los análisis precisos, ha llegado a un diagnóstico excelente y ha establecido un tratamiento verdaderamente adecuado para la patología que realmente padece.
Pero hay veces en que el supuesto paciente ha entrado en internet y, con una moderna impresora, ha elaborado un informe médico perfecto con su sello y su firma. Ha aprendido que para obtener, por ejemplo, anabolizantes, tiene que padecer de hipogonadismo, lo que le ha supuesto déficit de testosterona. Y con el documento perfectamente presentado pide que se le prescriba testex prolongatum, medicamento que el médico de atención primaria no está acostumbrado a manejar en absoluto, pero piensa que si lo prescribe un especialista sus razones tendrá, por lo que no es raro que caiga en la trampa. Lo normal es que ese medicamento termine en el mercado negro, pues suele ser muy cotizado en determinados ambientes.
En este caso la ficción no supera a la realidad. Este tipo de situaciones se producen y pueden derivar en un expediente disciplinario para el colegiado. Por eso no tengo más remedio que recordar la obligación que hay de cumplir las normas en vigor y no dejarse engañar por quienes no tienen escrúpulos.
Y la semana que viene, más.