5 de junio, Día Mundial del medio Ambiente
Por Antonio Ares Camerino.
Hace más de 40 años que la ONU estableció el 5 de junio como Día Mundial del Medio Ambiente. El agua, la atmósfera, la capa de ozono, el aire, el cambio climático, la tierra han acaparado los lemas durante años. Para el año 2015 el lema está en clave onírica: “Siete mil millones de sueños, un planeta, consumir con cuidado”.
El objetivo va orientado a gestionar de manera adecuada, satisfactoria y eficiente los recursos alimentarios que la agradecida naturaleza de nuestro planeta nos ofrece. Conseguir alimentar de manera saludable a 7.000 millones de habitantes se plantea como prioritario.
La alimentación en el mundo, según la FAO (Organismo para la Agricultura y la Alimentación de Naciones Unidas), se sostiene sobre los 570 millones de granjas que hay en el planeta. Más de 80% son pequeñas explotaciones familiares cuyo verdadero valor esta al albur de los grandes distribuidores de la Industria Alimentaria. Ésta está cifrada en más de 2,5 billones de euros, lo que supone alrededor del 3% de la economía mundial, y se encuentra en manos de una decena de multinacionales que manejan el mercado a sus intereses. Se da la paradoja que uno de los países más pequeños del mundo y sin nada de superficie dedicada a la agricultura y ganadería, como es Suiza, acapare, a través de su marca estrella Nestlé, una cuarta parte del mercado mundial.
La necesidad de elementos básicos como son la tierra y el agua para hacer viable la alimentación mundial son fundamentales. En el año 1960 había 2,5 hectáreas de tierra cultivable por habitante; en la actualidad apenas se supera la hectárea. Al mismo tiempo se incrementa de manera alarmante las necesidades de agua dulce para adecuar la producción agroalimentaria a la demanda de una población creciente.
Desde el año 2005 el diferencial entre el valor real del precio de los alimentos y el valor nominal en el mercado se ha incrementado en más de un 40%, todo ello debido a las manipulaciones especulativas. Según los expertos sólo el 11% de la superficie terrestre es cultivable, más que suficiente para alimentar a toda la humanidad. La mayor eficiencia de los cultivos los hace más rentables desde el punto de vista de la producción.
Los grandes problemas que se plantean en las próximas décadas se producen por el cambio climático, que añade dificultad a determinados productos, por la expansión del mercado de los biocombustibles que hace que grandes superficies cultivables se dediquen a esta producción, y por el abandono de la población rural. Desde el 1956 a 2006 más de 800 millones de personas emigraron del campo a la ciudad. Los retos pasan por revertir el consumo de combustibles fósiles, por hacer atractivo el campo y las labores agrícolas y ganaderas a la población, y por el uso de energía renovables.
En corto espacio de tiempo la producción de alimentos se ha convertido en unos de los más evidentes patrones de consumo insostenible. Cada año 1,3 millones de toneladas de alimentos terminan en la basura, mientras tanto casi mil millones de personas presentan problemas de malnutrición.
Los avances tecnológicos no sólo deberían seguir en la línea de un uso adecuado de los recursos -el agua sobre todo- sino también fomentando la protección de plantas y cultivos, el diseño de maquinarias más eficientes y el uso de pesticidas y fertilizantes respetuosos con el medio ambiente.
En nuestra mano como consumidores está la decisión de un consumo responsable.
“Una alimentación sana y saludable empieza en la forma de producción de los alimentos y en el respeto al medio ambiente”.
Bibliografía
Programa de la Naciones Unidas para el Medio Ambiente. www.pnuma.org
Comer lento. Slow food. http://www.slowfood.com/