En varias ocasiones me he referido a un problema que se sigue produciendo, que significa la ruina del médico y que ya no sé cómo decirlo para que no se vuelva a producir.
En pocas palabras: reconocer a una paciente, sin que se encuentre presente ningún auxiliar del médico, puede dar origen a una denuncia de la que no hay forma de defenderse.
Como quiera que los delitos contra la honestidad se cometen de forma clandestina, lo que impide disponer de otras pruebas, la declaración de la víctima puede ser hábil para desvirtuar por sí sola el derecho constitucional a la presunción de inocencia.
Para que la condena pueda fundamentarse solamente en tal testimonio de la paciente se requiere que exista lo que se denomina ausencia de incredibilidad subjetiva, lo que pueda llevar a sospechar la existencia de un móvil de resentimiento, enemistad, venganza, interés o cualquier otro semejante. También se requiere la existencia de algún indicio de carácter objetivo, así como la persistencia en la incriminación que debe ser mantenida, uniforme, prolongada en el tiempo, sin ambigüedades, omisiones o contradicciones relevantes.
Conozco a compañeros abogados de otros Colegios de Médicos que sencillamente se niegan a defender a colegiados que son acusados de delitos contra la libertad e indemnidad sexuales. No es nuestro caso, pues defendemos a colegiados acusados de cualquier infracción, excepto en aquellos casos en los que nos lo impida el artículo 101 del Reglamento del Colegio de Médicos de Cádiz.
Pero lo cierto es que lo pasamos fatal en el caso que hayamos de defender a alguien acusado de delito contra la honestidad pues la defensa resulta prácticamente imposible. Y, además, el seguro de responsabilidad civil no cubre los delitos dolosos. El único médico que tenemos en prisión fue acusado de un delito de este tipo.
Se lo pido por favor. Cuando vayan a reconocer a una paciente en sus partes íntimas, háganse acompañar por una enfermera o auxiliar. Y si no está disponible, no practiquen el reconocimiento. No se fíen. Se está jugando mucho con ello.
Y la semana que viene, más.