Miguel Fernández-Melero Enríquez. Asesor Jurídico del COMCADIZ
Hace unos días hemos tenido un juicio muy complicado, que se ha desarrollado durante tres sesiones, y que ha servicio para culminar una instrucción que, con sus correspondientes angustias, ha durado nada menos que diez años.
La cuestión se inició en el mes de octubre del año 2015, en el que un cirujano practicó a una paciente una intervención quirúrgica de abdominoplastia, habiéndose reconstruido la pared abdominal musculoaponeurótica y cutánea. El problema se presentó seis días después de la intervención, cuando se produjo el fallecimiento de la paciente como consecuencia de un tromboembolismo pulmonar como causa inmediata, siendo la causa fundamental una trombosis venosa profunda.
La tramitación en el Juzgado de Instrucción (que como digo ha durado diez años) ha sido complicada, habiéndose producido recursos de reforma y de apelación ante la Audiencia Provincial. A instancias de la Fiscalía, en el asunto intervinieron tres médicos en relación con informes de química, de biología y de histopatología, así como otros tres médicos forenses, todos los cuales ratificaron sus respectivos informes en el juicio oral, habiéndose sostenido que se veía nexo de causalidad entre la operación quirúrgica, la falta de prescripción de heparina y la producción del trombo. Por ello por el Ministerio Fiscal se pidió para el cirujano acusado la pena de prisión de un año y ocho meses, así como inhabilitación especial para el ejercicio de la profesión por un periodo de cinco años.
La defensa solicitó la libre absolución del acusado sobre la base de que, si no se prescribió heparina fue como consecuencia de que a lo largo de la intervención se apreció un importante riesgo de sangrado, que la aplicación del anticoagulante lo complicaría, por lo que se establecieron medidas mecánicas alternativas para evitar la trombosis. La posición de la defensa venía sostenida en los informes de tres peritos, cirujanos muy cualificados.
Ahora se nos ha notificado la sentencia dictada, que ha sido absolutoria de conformidad con nuestra posición. Pero el cirujano protagonista de este asunto se hubiera evitado mucho sufrimiento (y el abogado de la defensa se hubiera quedado mucho más tranquilo) si se hubiera hecho caso a lo que se ha repetido en multitud de ocasiones desde esta misma tribuna, y es que hay que escribir mucho en la Historia Clínica, de forma que queden perfectamente documentadas y justificadas las razones por las que, en un momento concreto de su actuación, el médico decide adoptar una determinada resolución frente a otras.








