Fuente: FPHOMC
La Fundación para la Protección Social de la OMC inicia con esta entrega la serie ‘Historias de la Fundación’, una iniciativa mediante la que recoge el testimonio de beneficiarios que han disfrutado en los últimos años de alguna de las diferentes prestaciones existentes. Disponibles http://www.fphomc.es/historias,‘Historias de la Fundación’ se centra en las historias personales y de superación de las personas que forman parte del universo de la Fundación. Para ello ofrecerá, de forma periódica, contenidos en los que podremos acercarnos a la vida de estos beneficiarios.
El primero de estos post cuenta con la participación de Gema Salguero, beneficiaria de la Fundación, madre de dos niños y viuda de médico colegiado de la provincia de Tenerife. A través de sus palabras descubrimos cómo es el proceso de contacto con la Fundación en circunstancias de este tipo y las diferentes líneas de actuación de las que dispone la misma. Además, relata en primera persona cómo afronta un beneficiario un proceso de pérdida y las distintas herramientas de la Fundación para apoyar en estas situaciones.
“De un día para otro, mis hijos tenían miedo a que desapareciese de repente. Yo viajaba mucho por motivos de trabajo y me hicieron prometer que no volaría. Sin la Fundación para la Protección Social de la OMC, el coste emocional sería tremendo porque ahora estoy con ellos gracias a su ayuda y, sin ella, no podría estar de la misma manera”.
Quien nos cuenta esto es Gema Salguero. Psicóloga, madrileña, pero por encima de todo lo demás, madre de dos hijos de diez y nueve años: Iván Acorán y Víctor José. Acorán es un nombre de origen guanche, ya que Gema y su marido se trasladaron en 2005 a Tenerife. Llegaron a la isla por motivos profesionales y es ahí en donde ha pasado los últimos años.
El temor que sus hijos le trasladaron a Gema hace dos años no es casualidad. Su padre, el doctor Víctor Rafael de Gregorio, era médico de familia hasta que en 2014 falleció de un ataque al corazón. “Tuve que dejar de trabajar porque no había nadie que me ayudase. Los niños estaban muy mal y no podían quedarse solos. Era una locura: de un día para otro perdieron a su padre. Para ellos, podía pasarme lo mismo a mí. Tenían miedo a que desapareciese y por eso no querían que cogiese un avión. Les daba pánico que yo tampoco volviera”.
Fue en estas difíciles circunstancias cuando Gema descubrió la labor de la Fundación para la Protección Social. “Surgió en una conversación con mi cuñado, el hermano de mi marido, que también es médico. Me dijo que en su provincia existían unas prestaciones por parte del Colegio de Médicos para casos similares”. El doctor de Gregorio estuvo colegiado en Madrid hasta su traslado y, desde ese momento, en Tenerife. “Fui a informarme a este último y me derivaron a la Fundación”.
A partir de ese momento, como explica Gema, el proceso “fue muy sencillo. Me puse en contacto con la Fundación y su equipo técnico me ayudó de forma constante. Me contestaban inmediatamente tanto a través de email como por teléfono. Me informaron de las ayudas a las que podía acceder. El proceso de solicitud fue muy ágil y rápido”.
Como huérfanos de médico colegiado, los hijos de Gema disfrutan actualmente de dos prestaciones económicas educacionales. Gema nos explica lo que supone para ella poder acceder a este programa: “Yo, como psicóloga, he visto todo tipo de situaciones y la más difícil de superar es el fallecimiento porque no hay vuelta atrás. El dolor no te lo va a quitar nadie, aunque te den 300 ayudas, pero te ayuda a paliar una situación de desestructuración familiar”.
Desde entonces, Gema no se cansa de recomendar la labor -“indescriptible”, como la define Gema- de la Fundación. “Aquí en Tenerife se desconoce la existencia de estas ayudas en los Colegios de Médicos. Desde entonces, se lo cuento a todos los médicos. Es una cosa que me da mucha rabia, que ellos mismos no sean conscientes de que existe esta Fundación”.
Es por esto que no sorprende la respuesta de Gema, al ser cuestionada sobre si recomendaría la Fundación: “Por supuesto. Sin ella no podría mantener la estructura familiar de la que mis hijos disfrutaban. Y no hay que olvidar que ésta es una situación que nos puede pasar a cualquiera”.