El Grupo de Trabajo ‘Medicina y Final de la Vida’ celebró una charla-coloquio con médicos y representantes de las Hermandades
“Cuando hablamos de medicina al final de la vida y de cuidados paliativos, hablamos de una atención integral, de la dimensión física de la persona pero son igualmente importantes la psicoemocional, la sociofamiliar y la espiritual”. Fernando Carmona, que coordina el Grupo de Trabajo ‘Medicina y Final de la Vida’, nacido al amparo del Colegio de Médicos, planteó de esta manera los aspectos del debate sobre los que fue desarrollándose la charla-coloquio ‘Medicina y Final de la Vida en la imaginería de la Semana Santa gaditana’, celebrada en el COMCADIZ en víspera del inicio de la Semana Grande.
Como moderador, Fernando Carmona propuso una dinámica de participación abierta, con rigor pero sin solemnidad, a un público heterogéneo y a unos ponentes de lujo. El desafío era conectar y buscar puntos de encuentro en la experiencia y la búsqueda de sentido al sufrimiento de la pasión religiosa y de la humana ante ese final.
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El secretario del COMCADIZ, Gaspar Garrote, realizó un conmocionante relato que desde el lado de la Medicina puede hacerse del tormento al que fue sometido Jesucristo, desde la flagelación como “gran determinante de la muerte”, la coronación de espinas, la carga de la cruz y las caídas, la crucifixión de manos en el espacio de Destot y de los pies atravesados. “Un tormento indescriptible y del que sorprende que se mantuviera con vida hasta ese ultimo momento del calvario, y mucho más cruento del que reflejan las imágenes escultóricas que procesionan”, afirmó. En ese obviar o cubrir piadosamente la real manifestación física del sufrimiento, Fernando Pérez, pregonero este año de la Semana Santa de Cádiz, apuntó que “en esa actitud pudorosa a veces de desvirtúa la representación original que hizo el autor de la obra”, a lo que Fernando Carmona añadió que “también nuestra sociedad tiende a ocultar el sufrimiento al final de la vida, a evitar ese contacto que condena a muchas personas a un final en soledad”. Gaspar Garrote destacó en este punto la importancia de los profesionales de cuidados paliativos a la hora de mitigar ese sufrimiento.
Juan Carlos Jurado, presidente del Consejo Local de Hermandades y Cofradías, aportó al de Jesús el sufrimiento de su Madre y, con ello, introdujo ese otra condición de los cuidados paliativos de la importancia cuidar del entorno del paciente en su etapa final. En esa dimensión sociofamiliar, Ramon Medel, de la Junta de Hermandad de Las Angustias (El Caminito), como médico, recordó el lema unido a la medicina y a los cuidados paliativos de “curar a veces, aliviar a menudo y consolar siempre”. “En El Caminito, la Virgen es una madre que abraza a su hijo, una madre auténtica que lo es hasta el último aliento de su hijo”, resaltó. “María es la acompañante y su sufrimiento plantea la cuestión de quién cuida al cuidador, algo que las unidades de paliativos tienen muy en cuenta”, reforzó Gaspar Garrote. Y, para cerrar el círculo de esta faceta sociofamiliar, “es María quien se queda acompañando a la comunidad”, aportó Fernando Carmona.
La facera espiritual, en la que, como expresó Fernando Carmona, “cuestiones que la persona se plantea durante toda su vida aparecen en el cien por cien de los casos al final de esta” plantean -dijo- “necesidades que tenemos que atender y preguntar a las que necesitamos responder. Todos los pacientes que pasan por nuestras manos lo hacen”. Esta necesidad que se sublima al final de la vida recibe el nombre de religiosidad (‘religar’) “que no tiene que ver con ser o no creyente”, explicó Fernando Carmona.
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“Las Hermandades realizan una insustituible labor social. Somos muchos los que pertenecemos a Hermandades y que, en una sociedad materialista, atendemos y cuidamos esa faceta”.
Tanto Ramón Medel como Juan Carlos Jurado aportaron su experiencia personal como cuidadores de familiares. El primero destacó “el valor que adquiere la espiritualidad” desde el paciente y que se irradia al círculo de seres queridos. “Para mí los cuidados paliativos lo son todo”, afirmó con rotundidad. Juan Carlos Jurado, por su parte, resaltó “el factor humano de poder ayudar a mis padres. Cuando me tocó en primera persona, tenía junto a mí a la familia, los amigos y los profesionales, que me reflotaron”, admitió.
Respecto a ese factor humano, Gaspar Garrote concluyó que “la humanización debe prevalecer en nuestra profesión médica y los Colegios somos valedores de esa humanización”.
En un tono distendido, Fernando Pérez, preguntado por su experiencia como pregonero tan viva aún en el tiempo, la describió como “positiva, tras seis meses de sufrimiento y sin cuidados paliativos, una operación culminada con éxito”.