Hace muchos años que todos usamos internet. Lo que comenzó como una simple conexión entre computadoras a finales de los años 60 del siglo pasado, ha evolucionado de tal forma, que hoy resulta una herramienta que se ha convertido en algo imprescindible en nuestras vidas.
El uso de correo electrónico, el almacenamiento en la nube, la transmisión de archivos, las conversaciones en línea, la mensajería instantánea, telefonía, televisión, la lectura de la prensa, el cine y un montón de otros procedimientos (que a los de letras nos parecen incomprensibles y fantásticos), nos han venido a hacer la vida mucho más fácil.
Pero esa facilidad para encontrar lo que cada uno quiere, en el momento en que lo precisa, producen algunas situaciones que no dejan de ser equívocas.
Desde hace muchos años escribo para Medicina Gaditana esta Tertulia Conmigo Solo. La misma se dirige exclusivamente a colegiados en el Excmo. Colegio Oficial de Médicos de la provincia de Cádiz, y con ellas se pretende advertirles de los múltiples problemas jurídicos con los que pueden encontrarse durante el ejercicio de su difícil profesión.
Pero como quiera que lo que se cuelga en internet termina apareciendo en la otra esquina del mundo, me estoy encontrando últimamente con que estas Tertulias son leídas por personas a las que no van dirigidas en absoluto. En este sentido se ha dado la circunstancia de que me ha llamado por teléfono quien ha pretendido consultarme acerca de algún problema que ha podido tener con su médico.
Por eso, a través del mismo medio de Internet con el que me han localizado, con toda cordialidad digo a esas personas, que a mí no me llamen con sus problemas personales si pretenden atacar a médicos, pues precisamente lo que hago es defenderlos desde hace muchos más de cuarenta años.
Si quieren resolver cualquier cuestión de este tipo, pueden acudir a cualquier otro abogado (no esperen que les facilite ningún nombre), pero, desde luego, conmigo que no cuenten.