- El Colegio de Médicos y el Ayuntamiento de Cádiz celebran la jornada ‘Cádiz, ciudad que cuida: acompañar al final de la vida’
Social y culturalmente, hemos situado la muerte al margen de la vida y geográficamente la hemos alejado hasta los suburbios de las ciudades. Hemos situado la muerte en el extrarradio de la vida.
La jornada ‘Cádiz, ciudad que cuida: acompañar al final de la vida’, organizada por el Grupo de Trabajo ‘Medicina y Final de la Vida’ del Colegio de Médicos y la Delegacion de Salud del Ayuntamiento de Cádiz, aceptaba el desafío de convocar a colegios profesionales, asociaciones, agentes sociales y ciudadanía para hablar de lo inevitable que no se menciona, de lo que no cabe eludir pero se excluye del debate, de lo que nos saldrá al paso, de la muerte, claro, de lo que en torno a ella conoceremos y viviremos de manera directa o indirecta como es la necesidad de cuidar al final de la vida. Se habló de afrontamiento, se habló de lo que no hablamos y tenemos que hablar.

La jornada, que tuvo como sede la Casa de la Juventud de Cádiz, propuso en primer lugar una mirada al final de la vida desde los profesionales. Fernando Carmona, médico internista y miembro del Grupo de Trabajo ‘Medicina y Final de la Vida’, describió este tipo de cuidados como una forma de acompañamiento que conlleva la atención integral de la persona, que atiende y abarca sus cuatro dimensiones básicas -biológica, sociofamiliar, psicosocial y espiritual-. “Este trabajo tiene que ser en equipo”, afirmó. Pilar Balbuena, enfermera de paliativos, defendió que “el cuidado es la profesión más bonita del mundo” y objetó que, por definición, “siempre nos quedamos cortos” en esa atención. Patricia Benítez, psicóloga sanitaria, reclamó una formación reglada y resaltó la importancia de dotar a los profesionales de unas herramientas de comunicación. Maite Villaluenga, trabajadora social que preside este Colegio profesional de Cádiz, coincidió en esa necesaria formación continuada que aporte al profesional habilidades de comunicación que alimenten su empatía. “Alma, corazón y vida también se aprenden”, indicó.
Pilar Balbuena valoró que “se va cambiando la perspectiva sobre la muerte y ese cambio está en el granito de arena que vamos aportando en nuestro día a día”. Entre las carencias, los profesionales lamentaron de que no se disponga de una ley estatal de cuidados paliativos, de la falta de una especialidad profesional y de una asignatura universitaria específica. “Se estima que los cuidados paliativos no llegan al 40% de los pacientes que los requieren. Yo creo que ese porcentaje es incluso mayor”, expresó Fernando Carmona. “Tenemos una obligación institucional y política de atender y prestar estos cuidados”, reclamó Maite Villaluenga, mientras que Patricia Benítez recordó que “casi todos nosotros o un ser querido vamos a necesitarlos a lo largo de nuestra vida”.
La segunda mesa aportó la mirada desde el voluntariado, que Ana Reyes, responsable del equipo de atención psicosocial de Cruz Roja, definió como la voluntad individual transformada en acción social organizada. “El voluntariado no viene a suplir sino a aportar su propio granito de arena”, aclaró. Gema Baños, gerente de la Asociación Española contra el Cáncer, hizo mención a las 30.000 personas voluntarias con la que cuenta la AECC, “lo que da una idea precisa del valor que el voluntariado adquiere para una organización”, resaltó.

José Manuel de la Fuente, profesor de atención al paciente crítico y cuidados paliativos de Salus Infirmorum, incidió en que “el voluntariado es un regalo para la sociedad” y recordó que el cuidado paliativo no es solo un cuidado para el final de la vida sino que alcanza a pacientes crónicos complejos o refractarios a otros tratamientos. Victoria Valimaña, enfermera responsable del proyecto Arborvitae de Fundación La Vicuña, explicó que “complementamos al sistema y nuestro objetivo es formar a la sociedad en foros abiertos como este”.
Ana Reyes se refirió a la necesidad de atender a la vez las necesidades del voluntario, rodearle de un entorno seguro en el que encuentre una red de asistencia profesional cuando la necesite. Gema Baños puso de relieve la figura del personal voluntario como una figura esencial en el acompañamiento al paciente oncológico y José Manuel de la Fuente resaltó el valor de que Salus Infirmorum cuente con un voluntariado joven. “Les inculcamos que el voluntariado va en su vocación. Son generosos y valientes”, aplaudió.
Victoria Valimaña añadió el “sentido extraordinario del compromiso” que caracteriza a las personas que hacen voluntariado y concluyó: “Hay que normalizar de verdad la muerte en nuestra sociedad y empezar a cambiar nuestra mentalidad y nuestra actitud hacia el final de la vida”.
Esta jornada fue inaugurada y clausurada por la vicepresidenta primera del Colegio de Médicos, Carmen Sebastianes, y por la Concejala de Salud del Ayuntamiento, Gloria Bazán.