- Ha sido distinguido por el COMCADIZ como el Mejor Expediente Fin de Carrera, premio que espera “poder materializar en todos y cada uno de mis pacientes”
El estudio de las ciencias biológicas en profundidad llevó a David Mesa Collantes a decidirse por estudiar Medicina, por lo que esta profesión tiene de servicio y ayuda para mejorar la vida de los demás de forma activa. Graduado por la Universidad de Cádiz en el curso 2020-2021 con una media ponderada de 9,45 acaba de recibir el Premio que el Colegio de Médicos de Cádiz (COMCADIZ) concede al Mejor Expediente Fin de Carrera. Esta le ha ayudado a dar un enfoque humano a la ciencia y a querer trasladarlo a los pacientes. “Un médico que olvida ese lado de la profesión puede estar abocado al fracaso”, afirma.
¿Siempre quiso ser médico?, ¿qué motivaciones le llevaron a escoger Medicina?
Recuerdo que cuando era pequeño sentía una especial atracción por todo lo relacionado con el cuerpo humano, me gustaba conocer cómo funciona y cómo se llevaban a cabo los procesos que nos permiten vivir como vivimos. Incluso me acuerdo de ir a casa de un amigo todas las semanas a escoger un tomo de la serie “Erase una vez… el cuerpo humano” en cinta VHS para verla en mi casa. Posteriormente me compré yo mismo la colección en DVD, aún la conservo en mi armario…
En el bachillerato me alejé un poco de la idea de ser médico, pero tras redescubrir las ciencias biológicas en profundidad, vi que la medicina me daba un enfoque de servicio y ayuda al otro que quizás en otras ciencias no sea tan “palpable”. El hecho de que aquello que estudiase tuviese una aplicación visible y sirviese para mejorar la vida de los demás de una forma activa hizo que diese el salto a estudiar medicina.
¿Qué expectativas de las que tenía al comenzar se han reforzado?, ¿qué otras ha añadido durante la carrera?
Al entrar en la carrera con una mente quizás más centrada en los razonamientos y argumentos lógicos, la medicina me ha regalado el poder enfrentarme a situaciones en las que las cosas no son como uno cree que deben ser siempre que suceden. Como se suele decir, en medicina uno más uno nunca son dos. La carrera me ha ayudado a darle un enfoque humano a la biología, a no tratarla como una ciencia exacta, sino a darle un sentido mucho más humanizado y cambiante.
En definitiva, me ha ayudado a abrir la mente. Llegué a la facultad con muchas ganas de aprender, y me fui con mayores ganas aún, ganas de mejorar cada día y de no dejar nunca de estudiar, siempre con una meta clara, el bienestar de los pacientes y dar lo máximo de mi parte. Creo que tener claro tus objetivos respecto a tratar a los pacientes con respeto y ofrecer toda la ayuda que puedas en tus posibilidades, es la mejor forma de hacer medicina.
¿Cómo afronta los primeros pasos en la profesión?
Con ilusión, y por supuesto, algo de incertidumbre. Uno no deja nunca de aprender, y más aún en esta bonita profesión. La llegada al hospital, al nuevo servicio, la vida laboral con los nuevos compañeros y el resto de los y las profesionales (sanitarios o no) implica una adaptación que debe ir fraguándose con el tiempo. Ahora mismo siento que aprendo por segundos, siempre de cada persona que me acompaña puedo “rascar” un poco de conocimiento que sé que me servirá en mi futuro profesional.
En estos momentos todos mis compañeros de promoción volvemos a comenzar de cero, como cuando nos reunimos a las puertas del aula magna de la Facultad de Medicina esperando a comenzar el primer curso, aunque ya como médicos, y cada uno en su hospital, haciendo lo que les motiva y les gusta. En mi caso particular, he elegido una especialidad tan bonita como desconocida, la neurocirugía, donde los conocimientos que debo adquirir me parecen inabarcables en estos momentos, sin embargo, viendo a mis compañeros especialistas disfrutar de su labor, estoy tranquilo porque sé que he escogido la mejor opción de todas.
¿Qué valores profesionales y humanos deben acompañar siempre a un buen médico?
Antes he dicho que no dejar de estudiar nunca e intentar siempre estar actualizado, con la mente puesta en ofrecer lo mejor de nosotros mismos a nuestros pacientes, es uno de los valores profesionales que hay que tener en cuenta. Además, el entrenamiento en habilidades sociales se lleva a cabo desde los primeros años de facultad, y durante nuestra actividad profesional llega el momento de ponerlas en práctica. Esto es algo que no resulta siempre fácil y para lo que hay que tener paciencia, supongo que poco a poco se logrará.
Por otro lado, creo que es importante no olvidar que somos humanos, que tratamos con seres humanos, y que la medicina nos permite adentrarnos en el valor más preciado de una persona, su propia vida. Un médico que olvida el lado humano de la profesión puede estar abocado al fracaso. Las situaciones que te ponen a prueba cada día, como el sufrimiento de los pacientes más vulnerables o incluso la muerte, son retos para los que el médico debe estar preparado de la mejor forma posible.
Del mismo modo, los momentos de alegría también inundan nuestro día a día, y el médico debe saber también adaptarse a estas circunstancias con su papel de protector de la salud. Tener empatía y por supuesto, actitud de servicio hacia los demás, es fundamental a la hora de ejercer la medicina. Por supuesto, no quiero dejar de recordar aquella frase que nos decía un buen profesor de nuestra Facultad, “un buen médico es un médico bueno”.
¿Qué significado da a la concesión de este Premio por parte del Colegio de Médicos?
Este premio supone en primer lugar un reconocimiento a todo mi recorrido por la Facultad de Medicina de Cádiz. Sin embargo, este mérito no es mío solo, si no que se ha logrado junto a todos mis compañeros de promoción, mis profesores, que me han enseñado todo lo que saben, los profesionales que me han acompañado y atendido durante mis prácticas clínicas, sin olvidarme de todo el personal de la facultad y el equipo decanal.
Por supuesto quiero dar las gracias también a mi familia, mi novia, mis amigos, que han estado ahí desde el primer día apoyándome. Tan solo espero poder materializar este premio en todos y cada uno de mis pacientes, hacerme digno de él cuando se pongan en mis manos y tratarlos con esa empatía y esa compasión de la que hablé antes. Espero no olvidar nunca que todo mi trabajo hasta ahora (el que me ha hecho merecedor de este reconocimiento), y todo el que me espera en los próximos años, siempre sea por y para los pacientes, eso es lo más importante para mí.