Dr. Guy R. Takoudjou Dzomo, Doctor en Medicina, Sacerdote Jesuita y Vice-Decano de la Facultad de Medicina de Yamena (República del Chad).
(Extractado y traducido del original* por el Dr. Julio Rodríguez de la Rúa, médico voluntario que colabora desde hace años en el Hôpital Universitaire “Le Bon Samaritain” de Yamena.)
Casi el 60% de las personas del mundo que viven en extrema pobreza están en el África sub-sahariana. África es el continente con peores recursos sanitarios y con el mayor número de muertes debido a enfermedades infecciosas: infecciones respiratorias, diarreas, malaria, HIV, meningitis, TBC…
El primer caso de COVID-19 en África se diagnosticó el 14 de febrero en Egipto. El 7 de agosto de 2020, el África Centers Disease Control and Prevention (Africa CDC) refería más de 1.000.000 de casos de coronavirus en África, con alrededor de 22.000 muertes. ¿Será sólo la punta del iceberg?
El porcentaje de mortalidad más alto por COVID-19 lo tiene la República del Chad, con el 8´5% de los pacientes diagnosticados.
- Situación en África
Por ahora, la situación de esta pandemia en África está mejor que en otros continentes y ello porque:
- Se inició más tarde y la experiencia de otros países permitió tomar prontas medidas.
- Hay bajo turismo y poco tráfico aéreo internacional y local.
- Se ha aprendido con otras epidemias, como recientemente el Ébola.
- La media de edad en África es 20 años, en el Chad 16´6 a. (en Europa 43´1 a.).
- Más del 40% de la población africana tiene menos de 15 años.
- Personas mayores de 65 años, en África, son el 3´5% (en Europa el 20%).
Por el contrario en África hay:
- Peores sistemas de salud.
- Malnutrición.
- Mayor carga de infecciones de otro tipo.
- Antecedentes genéticos con respuestas inmunológicas diferentes.
- Comportamiento social asimismo diferente.
La TBC es la mayor causa de muerte por enfermedades infecciosas en el mundo. El 25% de muertes por TBC en el mundo ocurren en el continente africano según la OMS y a menudo coexiste con HIV.
Los pacientes con HIV, al tener peor estado inmunológico, son más susceptibles a la TBC y quizás a la COVID-19. Pero hay que decir que si esos pacientes se están tratando con antirretrovirales, el riesgo de infectarse de SARS-CoV-2 y la severidad de su evolución, por suerte, no es mayor que en la población general. O sea, los antirretrovirales les protegen.
En cualquier caso, si nos centramos por poner un ejemplo en el Hôpital “Le Bon Samaritain” del Chad, allí tienen una cohorte de 2.400 pacientes con HIV y el 25% de ellos (600 pacientes) no se tratan adecuadamente con los antirretrovirales, por lo que pueden ser más vulnerables. La prevalencia de HIV en el Chad es del 1´6%.
También hay que mencionar que, favorecido por las circunstancias de la COVID-19 y la “desconfianza” a las vacunas, el sarampión está ganando fuerza en el mundo. Especialmente en los países sub-saharianos, en Madagascar y sobre todo en la República Democrática del Congo. El sarampión es muy contagioso y por cuadros de encefalitis, neumonía, severa diarrea, deshidratación… tiene un alto rango de mortalidad.
Los esfuerzos contra el Ébola en 2014 llevaron a un gran aumento de la morbi-mortalidad de la malaria, en el Este de África.
En muchas otras enfermedades infecciosas, la interrupción de actuaciones preventivas puede llevar a muy graves consecuencias. La malaria, según la OMS, puede duplicar sus muertes este año si faltan los insecticidas o la medicación, a causa de la COVID-19.
Las vacunas del sarampión se han interrumpido en 20 países africanos, entre ellos el Chad, por causa de esta epidemia y entre otros motivos porque el personal sanitario está luchando contra ella.
O sea que por diferentes patógenos mueren anualmente en el África sub-sahariana al menos 1 millón de personas y esa cifra puede aumentar significativamente indirectamente debido a la COVID-19.
No se puede dejar de lado el perjuicio creado en el comportamiento social. El estigma puede llevar a “esconder” la enfermedad, al aislamiento, a discriminación de etnias y las falsas noticias y las teorías conspiratorias llevan a ansiedad y estrés.
En cuanto al comportamiento del coronavirus SARS-CoV-2 en los niños, parece que en ellos, que tienen otros virus, la competencia virus-virus lleva a menos riesgo de COVID-19.
- Situación en la República del Chad
El Chad es un país con 16 millones de habitantes, teniendo unos 720 médicos y alrededor de 4.320 enfermeros-comadronas. La media de vida son 54 años.
En ese país, como en el resto de países sub-saharianos, el crecimiento de la epidemia es menor de lo esperado. El 7 de agosto se contabilizaban 942 casos y 76 fallecidos.
Desde el principio se urgió a la población a mantener medidas “barrera”, manteniendo aisladas a la capital Yamena y a otras 22 ciudades, con confinamiento domiciliario y mascarillas en la vía pública.
La situación económica, en cuanto fue posible, hizo reabrir bares y restaurantes (comida para llevar), permitió la circulación de minibus con máximo 10 personas…
Todos los pacientes sospechosos de COVID-19 al principio de la pandemia eran derivados a un solo hospital, el “Hospital Provincial de Farcha”. Desde mayo, se derivan los casos más graves al Hôpital “La Renaissance”, este último es un hospital privado, bajo la supervisión del Ministerio de Salud.
El Hôpital Universitaire “Le Bon Samaritain” de Yamena, dirigido por los Jesuitas, tuvo que hacer un trabajo importante para que fuera aceptada la realidad de la COVID-19 y que la población comprendiera que no es una fábula.
Aun así en el país los Chamanes siguen preparando “remedios” con plantas locales, se emplea para el tratamiento la planta Artemisia siguiendo los consejos de Madagascar, se siguen usando la Hidroxicloroquina y la Azitromicina en contra de las recomendaciones de la OMS y aumenta en general la automedicación.
- Influencia de la variación genética
Este es otro concepto que hay que manejar. Los africanos y los europeos tienen diferencias genéticas. Esa diferencia en genes involucrados en respuestas inflamatorias o antivirales pueden crear inadecuadas situaciones inmunológicas, aumentando la susceptibilidad para infecciones, enfermedades inflamatorias y autoinmunes o mala respuesta a las vacunas.
El polimorfismo HLA está asociado genéticamente a mayor susceptibilidad a infección SARS en asiáticos y negros, teniendo por tanto un mayor riesgo de morir debido a la COVID-19.
- Mejores soluciones
En África algunos piensan que la COVID-19 “es una enfermedad del hombre blanco”. Es fundamental la Información. Hay que buscar el equilibrio entre Hambre e Infección COVID-19, es decir, entre crisis económica y crisis sanitaria.
Las medidas son eficaces si se cumplen y para ello la población debe estar de acuerdo. Las medidas de contención sí… pero con normas adaptadas a la “vida real”, con familias numerosas viviendo en espacios pequeños.
Las mascarillas son eficaces. Las quirúrgicas son caras, por ello hay que aplicar las “hechas en casa”, elaboradas siguiendo las recomendaciones de la CDC.
El lavado frecuente de manos es fundamental.
Las vacunas hay que confiar en que sean asequibles, en la guerra de precios.
En África hay que buscar las propias estrategias para los meses o años futuros.
Se espera y se desea una Solidaridad Internacional, así como un cambio de actitud respecto a África, donde vive el 16´72% de la población mundial.
* Coping with COVID-19 in Sub-Saharan Africa: What Might the Future Hold?
Autores: Franck J. D. Mennechet (Institute of Molecular Genetic of Montpellier, France) y Guy R. Takoudjou Dzomo (University Hospital Complex, the “Bon Samaritain”, N´Djamena, Chad), Publicado en Virologica Sinica, online 01 September 2020.