Foto: Celestino Mutis
Antonio Ares Camerino
La Reina consorte de Aragón, la Duquesa Marta de Armanyach, fue una mujer extraordinaria para su época. Su amor por las artes en general la hizo una mujer propia de Renacimiento. Su fervor por la ciencia y la alquimia la hizo buscar solución a un mal, que por aquella época, diezmaba a la población de los Reinos de Castilla y Aragón, las fiebres tercianas y cuartanas.
La extraña enfermedad empezaba con malestar general y fiebre, que aumentaba de manera gradual, sopor, mareos y decaimiento, que impedía realizar las tareas diarias. Pasados unos días el paciente parecía haber sanado, pero tras tres o cuatro días volvían los síntomas. Según se cuenta, los ejércitos de Aníbal, que venían de África, trajeron la enfermedad a Europa, contagiando a íberos y romanos.
No fue hasta finales del siglo XIX cuando se demostró que la enfermedad, que empezó a llamarse Paludismo, se producía por la picadura de las hembras del mosquito Anopheles.
Esta enfermedad diezmaba a la población y producía grandes pérdidas por su larga convalecencia. No fue hasta 1772 cuando el Ilustre gaditano Celestino Mutis, doctorado en medicina del Real Protomedicato de Cádiz, descubrió el árbol de la quina. A él dedicó sus obras más conocidas, “Historia de los arboles de la quina” y “El Arcano de la Quina”, por aquel entonces el único remedio conocido contra la enfermedad.
Cada 25 de abril la OMS celebra el Día Mundial del Paludismo. Este año el lema elegido es “Programas para vencer el paludismo”. La respuesta mundial contra el paludismo o malaria se encuentra en una encrucijada. Después de un período de éxitos sin precedentes los progresos se han estancado. El ritmo de los avances y de las inversiones realizados por gobiernos y organizaciones internacionales no bastan para alcanzar las metas establecidas para el año 2020 en la Estrategia Técnica Mundial de la OMS contra la Malaria 2016-2030, la reducción en un 40% la incidencia de casos y las tasas de mortalidad.
En 2016 hubo más de 216 millones de nuevos casos en 91 países, retrocediéndose a niveles del año 2012. Cerca de 500.000 personas fallecen cada año de paludismo, siendo los niños menores de cinco años los más vulnerables. Se calcula que cada dos minutos fallece un niño de malaria.
La carga mundial de la enfermedad se encuentra en quince países del África Subsahariana, donde se encuentra el 80% de los casos y de los fallecimientos.
Desde 2010 los esfuerzos de la lucha antipalúdica se estiman que se han estancado, y esta enfermedad parece haber perdido visibilidad en las prioridades de organizaciones internacionales. La insuficiencia de fondos a nivel nacional e internacional ha mermado importantes logros en la cobertura de los mosquiteros tratados con insecticidas, los medicamentos y otras medidas que podrían haber salvado muchas vidas; se están estudiando nuevas intervenciones de la lucha antivectorial para controlar los mosquitos que pican al aire libre. Durante este año se empezará a utilizar la primera vacuna antipalúdica en zonas de Ghana, Kenia y Malawi, la única que ha demostrado su protección parcial en niños pequeños. Cada vez son más los países que han conseguido ser catalogados de libres de paludismo (Armenia, Marruecos, Maldivas y Sri Lanka).
Instrumentos baratos que no precisan de sofisticados medios diagnósticos, ni de tratamientos costosos y que tienen que ver fundamentalmente con el control de los vectores (mosquitos) que transmiten la enfermedad pueden hacer que se cumplan los objetivos en el año 2030.
La OMS quiere celebrar su 70 aniversario con un Plan Especial de Intervención contra el Paludismo.
BIBLIOGRAFÍA