La trata de personas está presente en unos 160 países del mundo. Esta lacra de la humanidad, considerada la esclavitud del siglo XXI, afecta a los grupos más vulnerables como son los menores: 1,2 millones de niños y niñas, son víctimas de trata con fines de explotación sexual.
Este tema junto al tráfico de órganos y las adopciones se han abordado en una jornada celebrada en la sede de la Organización Médica Colegial (OMC) en Madrid, donde se ha puesto de manifiesto el papel fundamental que juega el médico en la detección y prevención del tráfico de menores y las adopciones ilegales, por su cercanía con los pacientes para constatar posibles indicios de estos delitos.
Casi un tercio del total de víctimas de trata de personas a nivel mundial son niños y niñas, si atendemos sólo a las cifras oficiales que constituyen únicamente la parte más visible del tráfico de personas. Para hacerle frente, se puso en marcha hace ahora una década el programa de investigación genética DNA-PROKIDS, desarrollado en la Universidad de Granada.
Esta iniciativa, pionera en el mundo, lucha contra el tráfico de personas, especialmente de niños, a través de la identificación genética y en este tiempo ha conseguido 1.000 identificaciones y cuenta con 11.000 muestras en las bases de datos de los países que participan.
Precisamente la Jornada de la OMC ha permitido constatar el papel que el profesional sanitario tiene para combatir este tráfico humano, tanto en los países de origen, donde el médico puede estar desarrollando una labor cooperativa, como en nuestro entorno, advirtiendo a las familias de las llamadas “adopciones rápidas” que en la gran mayoría de ocasiones proceden de casos de niños robados en su país, y denunciando los casos sospechosos que pueda llegar a atender.
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