Antonio Ares Camerino
Cumpliendo fielmente con la tradición, este año el 25 de octubre se han entregado los Premios Princesa de Asturias. El de la Concordia, para la Agencia Magnum Photos; el de Investigación Científico Técnica, para los doctores Deucker, Friedman, Habener, Holst y Mojsov; el de Ciencias Sociales, para Michael Ignatieff; el de Deportes, para la andaluza Carolina Marín; el de Letras, para Ana Blandiana; el de Cooperación Internacional, para la Organización de Estados Iberoamericanos; el de Comunicación y Humanidades, para Marjane Satrapi y el de las Artes, para Joan Manuel Serrat. En el discurso de agradecimiento de este último, como si se tratara de ‘Las pequeñas cosas’, ha cantado a los cuatro vientos un MANIFIESTO A LA TOLERANCIA.
“Prefiero los caminos a las fronteras, la razón a la fuerza y el instinto a la urbanidad. Soy un animal social y racional que necesita del hombre más allá de la tribu. Creo en la tolerancia. Creo en el respeto al derecho ajeno y el diálogo como la única manera de resolver los asuntos justamente. Creo en la libertad, la justicia y la democracia. Valores que van de la mano o no lo son”.
El 12 de diciembre de 1996 la Asamblea General de las Naciones Unidas declaró el 16 de noviembre como Día Internacional para la Tolerancia, solicitando a la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO) continuar coordinando las medidas de apoyo a la promoción y educación en materia de tolerancia.
Las desigualdades sociales y de salud se convierten en un signo más de la intolerancia hacia el diferente.
La injusticia, la violencia, la discriminación y la marginalización son formas comunes de intolerancia. Es por ello por lo que la Declaración describe la tolerancia no solo como un deber moral, sino como un requerimiento político y legal para los individuos, los grupos y los Estados. Un año antes de esta resolución, los países miembros de la UNESCO adoptaron la Declaración de Principios sobre la Tolerancia, la cual afirma que la tolerancia no es indulgencia o indiferencia, sino respeto, así como saber apreciar la riqueza y variedad de las culturas del mundo como las distintas formas de expresión de los seres humanos. Una conducta tolerante implica un discernimiento individual para respetar y aceptar las diferencias políticas, sexuales, raciales y sociales de los demás. De igual manera, la tolerancia se encuentra estrechamente vinculada al deber de toda persona de respetar los derechos humanos de los demás individuos.
La educación se convierte en el único cauce del que disponemos para fomentar la tolerancia.
El uso del lenguaje con la ausencia de calificativos raciales, étnicos o de sexo. El fomento de la igualdad entre las personas para acceder a los beneficios sociales, a las actividades públicas y a las oportunidades educativas y económicas para todos los grupos, tanto hombres como mujeres, y de cualquier raza, etnia, religión, edad o clase social. El respeto mutuo a la dignidad humana de todas las personas de la sociedad. Y la igualdad de oportunidades para la participación de las minorías, hombres y mujeres, en el proceso democrático.
La tolerancia, un derecho humano fundamental. Las formas más comunes de la intolerancia son la violencia, la discriminación, la injustica y la marginalización. En esta sociedad, donde la brecha entre los más ricos y los más pobres cada vez es más vergonzante, las desigualdades sociales y de salud se convierten en un signo más de la intolerancia hacia el diferente. A estas alturas, cuando las migraciones por razones de pobreza se han multiplicado, es el momento de plantear mayor tolerancia con el diferente. Por razón de puro egoísmo social y demográfico. El llamado primer mundo está viejo, no es capaz de soportar una pirámide de población que se nos derrumba, la solución está en los que llaman a nuestra puerta. Esos a los que les obra energía e ilusión, a los que no hay que temer y a los que debemos tolerar e integrar.
Cuando la intolerancia se maneja con espurios intereses políticos la cuestión se convierte en mas ruin si cabe. Señalar como causa de nuestros males al diferente es tan simple como reduccionista. En esta sociedad compleja, en la que no estamos libres de ser engullidos por mensajes catastróficos que sólo ven al diferente como enemigo, es preciso alzar la voz contra la INTOLERANCIA.
Los recientes resultados electorales en la mayor parte de los países llamados civilizados y democráticos se postulan como un alegato contra la tolerancia y a favor de la marginación del diferente. Ello supone un retroceso a épocas pasadas que se creían olvidas. El vuelco electoral en EE UU causa pánico.
¡Altos muros, grandes barreras que siempre serán franqueadas por la necesidad y la miseria de los huyen de la pobreza!
“La tolerancia es un acto de humanidad, que debemos alentar y practicar cada día de nuestra vida, a fin de celebrar la diversidad que nos hace fuertes y los valores que nos unen”
AUDREY AZOULAY
Directora General de la UNESCO 2019
BIBLIOGRAFÍA
https://undocs.org/es/A/RES/51/95
https://eacnur.org/es/blog/dia-internacional-para-la-tolerancia