Antonio Ares Camerino
“Ebenezer Scrooge era un empresario y su único socio, Marley, había muerto. Scrooge era una persona mayor y sin amigos. Él vivía su mundo, nada le agradaba y mucho menos la Navidad, decía que eran paparruchas. Tenía una rutina donde hacía todos los días lo mismo. Cada día salía a caminar por el mismo lugar sin que nadie se parara a saludarlo. Nada le agradaba. A su escribiente Bob Cratchit lo hizo trabajar hasta tarde, aunque era noche de Navidad. Aquella noche un fantasma se le apareció, era su socio. Entre sueños le dijo que tres espectros se le aparecerían. Cada uno de ellos le trasladaría a una Navidad diferente, las pasadas, las presentes y las futuras. En ellas se veía solo. El sueño le hizo recapacitar, y como por encanto salió a la calle con sus mejores galas dispuesto a ser solidario con todos los que le rodeaban” (A Christmas Carol. Charles Dickens)
La Asamblea General de las Naciones Unidas, convencida de que la promoción de la solidaridad y el espíritu de compartir es importante para la lucha contra la pobreza, proclamó el 20 de diciembre como Día Internacional de la Solidaridad Humana.
La creación de un Fondo Mundial de Solidaridad para erradicar la pobreza se considera crucial para luchar contra la miseria. Como antítesis al Fondo Monetario Internacional, donde se dilucidan cuestiones especulativas, el de la Solidaridad antepone la persona a la economía. En las economías especulativas las personas sucumben a la pobreza sin remisión. En los escenarios de modelos económicos diseñados a la medida de la persona y la familia, en los que el enriquecimiento rápido de las élites no es la prioridad, todo es amable y llevadero para aquellos, que somos la mayoría, y que no participamos en modelos especulativos.
La solidaridad es uno de los valores fundamentales y universales en los que se deben basar las relaciones entre los pueblos en el siglo XXI. Los 17 objetivos y metas de Desarrollo Sostenible para el año 2030 proponen como elemento transversal la solidaridad entre personas y naciones. Los desafíos globales con la pobreza, la desigualdad, el clima, la degradación ambiental, la prosperidad, la paz y la justicia serían imposibles si no contamos con el esfuerzo y la adhesión de todos.
En un mundo globalizado, hasta el extremo de un “contagio masivo” como el que estamos viviendo, es imposible plantear fronteras, banderas, naciones y clases sociales. Todos respiramos el mismo aire y nos calentamos con el mismo sol. La pandemia ha venido a demostrar la fragilidad de nuestra especie, pero aun así siguen existiendo diferencias que ponen de relieve las desigualdades sociales.
El mundo es solidario por naturaleza. En estas fechas navideñas el sentimiento de compartir se eleva a cotas insospechadas en otras épocas de año. Recogidas de alimentos por parte de asociaciones vecinales, entidades deportivas y empresas. Ayudas a los necesitados y excluidos sociales por parte de organizaciones religiosas, y cofradías. Campañas de recogida de juguetes para que ningún niño vea truncada la ilusión la noche más mágica del año.
¡Ojalá que tanta generosidad no sea la efímera ilusión de una fecha señalada y que pase a ser la rutina cotidiana del devenir diario!