Qué estamos haciendo con los residuos que generamos, qué efectos están teniendo ya los microplásticos sobre nuestra salud, qué programas se están implementando en los centros educativos para concienciar sobre la salud medioambiental y, en fin, qué experiencias concretas y mediante qué líneas se están aplicando estos programas entre las futuras generaciones desde las aulas. La VII Mesa del Voluntariado, organizada por la Sección de Cooperación del Colegio de Médicos de Cádiz, ha puesto el acento en esta edición sobre la importancia de la Educación con mayúsculas para el desarrollo y la sostenibilidad del planeta.
Íntimamente ligado al concepto de sostenibilidad está el de economía circular. Las tradicionales tres R que hablan de reducir, reutilizar y reciclar se han ampliado a siete al incorporar los de rediseñar, reparar, renovar y recuperar. Así lo explicó Laura Martín Domínguez, ingeniero de caminos que desarrolla su labor en el Complejo Medioambiental Las Calandrias de Jerez, quien ofreció datos abrumadores como el de cada uno de nosotros genera 460 kilogramos de basura al año que, una vez compactada, se traduce en 50 millones de metros cúbicos en toda España, lo que vendría a ser el volumen de agua que puede albergar el embalse gaditano de Los Hurones a su máxima capacidad. Laura Martín describió el proceso de tratamiento de residuos y de valorización que se realiza en la planta de Las Calandrias e incidió en el importante papel que desempeñan las empresas recuperadoras y recicladoras, resaltando el rol principal de los educadores: “Los agentes de reciclaje más importantes somos todos nosotros, desde casa o en el trabajo, con nuestro ejemplo y nuestra actitud”, significó.
Los residuos plásticos constituyen una seria amenaza sobre nuestra salud. Esta afirmación se asienta en datos concluyentes como los que apuntó Antonio Fernández Montoya, médico y miembro de distintas organizaciones ecologistas, y que vienen a decirnos que más del 90% de las marcas de sal que comemos contienen microplásticos, por lo que una persona que ingiriera 5 gramos de sal diarios estaría comiendo 510 micropartículas plásticas cada año. “Convivimos con nanoplásticos, que no solo entran en la cadena alimenticia sino que los estamos respirando”, alertó. Para luchar contra el grave problema de la contaminación por microplásticos sería necesario, según apuntó, prohibir la distribución y venta de pajitas de plástico de un solo uso, abandonar cualquier tipo de envase de usar y tirar, fomentar el consumo de agua de abastecimiento público frente al agua embotellada, implantar un sistema de devolución y retorno de envases de bebidas y promover el uso de envases reutilizables. “El discurso del reciclaje que culpabiliza al ciudadano no es efectivo. La solución no es reciclar sino no producir y eso está en manos de los gobiernos. Las empresas, espontáneamente, no van a hacerlo”, reclamó.
La única manera de cambiar el futuro es educar. María José Vadillo Pérez, del Gabinete de Convivencia e Igualdad de la Consejería de Educación de la Junta de Andalucía, explicó cómo a través de distintos programas la administración andaluza viene realizando propuestas ecoambientales integrales a los centros educativos, ya sea mediante el modelo de ecoescuelas y de proyectos temáticos, además de programas de hábitos saludables orientados a la alimentación. “Trabajamos desde la educación emocional, tenemos que modificar actitudes, revisar nuestros principios para cambiar los modelos”, afirmó. Programas como Aldea y sobre todo la creación de la Red Andaluza Escuela Espacio de Paz recurren al desarrollo sostenible para generar espacios de convivencia y promover vías que motiven al alumnado. Estos programas permiten introducir la conciencia medioambiental de manera trasversal y una vez desarrollada esa conciencia en el alumno implica a las familias. “Cuanto antes empecemos a concienciarlos, mejores personas serán y esta misma actitud es la que se les inculca hacia la naturaleza”, resaltó.
El papel de los docentes es neurálgico en la educación para el desarrollo. En ese mismo objetivo de lograr en los alumnos el sentido de la responsabilidad ambiental y trasladar estos hábitos a sus familiares han venido trabajando desde centros educativos como el CEIP Padre José Casal Carrillo de San Fernando, con el diseño de programas como Recapacicla y Ecohuerto, que siguen una metodología muy activa en la que los alumnos proponen y llevan a la práctica lo propuesto por ellos mismos. Natividad Velázquez Guisado, maestra de educación infantil y primaria de este centro, ofreció una detallada noción de su funcionamiento: “Se trata de programas muy rigurosos y reglados, que se evalúan y realizan una memoria final de objetivos conseguidos y no logrados, para los que se hacen propuestas de mejora. El objetivo es hacer ver a los alumnos que nuestra relación con el medio ambiente es un derecho y al mismo tiempo una obligación de cuidado”, reflexionó. Estas líneas de actuación a favor de la sostenibilidad y el cambio global del Casal Carrillo han sido este año reconocidas y distinguidas por parte de la Sección de Cooperación del COMCADIZ.
La VII Mesa del Voluntariado, celebrada este año con la colaboración de la Delegación Provincial de Educación, estuvo moderada por Carmen Sebastianes Marfil, vicepresidenta del COMCADIZ, quien hizo hincapié en el grave problema de salud pública que supone el cambio climático, como recoge la declaración aprobada por la Asamblea General del Consejo General de Colegios de Médicos el pasado mes de noviembre. “La profesión médica tiene un papel importante en la defensa de la salud de los ciudadanos y la responsabilidad de exigir una mayor acción sobre el cambio climático”, reza esta declaración que, como recordó Carmen Sebastianes, exige un compromiso general e introducir nuevos valores y una auténtica dimensión ética para afrontar este problema.