Fuente: medicosypacientes.com
Según los datos de la OMS, el 40-45% de las mujeres que sufren violencia de género sufren también agresiones sexuales por parte del maltratador. 840.000 niños y niñas son expuestos a violencia de género cada año. La violencia de género produce un impacto en su salud, y generan una percepción de normalidad de la violencia sufrida, que perpetua las referencias culturales
Cuando una mujer vive una relación de maltrato, experimento múltiples situaciones de alto contenido emocional. Cada emoción vivida tiene una expresión en el funcionamiento orgánico y por tanto una repercusión en su salud. Si la situación conflictiva persiste en el tiempo puede dar lugar a la enfermedad orgánica, minando la salud y pudiendo dejar secuelas para su futuro.
Las enfermedades psicosomáticas son variadas y de importancia variable; pueden ir desde contracturas musculares, dolores de cabeza, infecciones frecuentes a situaciones más graves como la fibromialgia, enfermedades autoinmunes, depresión grave y muchas otras.
Todos estos datos se aportaron durante la Jornada sobre Violencia de Género y Salud que se ha celebrado en la Organización Médica Colegial organizada por la Vocalía de Médicos en Formación.
Los expertos participantes en esta jornada consideran imprescindible que los y las profesionales de la salud tomen conciencia que la detección de la violencia de género y la atención a las víctimas forma parte de su papel profesional.
Para ello y ante cualquier actuación con las mujeres que sufren violencia es necesario tener en cuenta su situación personal y adaptar las intervenciones respetando la voluntad de las mujeres. Si se pretende que esta atención sea eficaz es necesaria un coordinación interprofesional e intersectorial.
Al mismo tiempo, es una responsabilidad profesional individual y colectiva la formación de los profesionales para que sean capaces de actuar de forma eficaz con las víctimas y con otros profesionales que intervienen en la atención. No en vano, la ley define a los médicos y al resto del personal sanitario como agentes cualificados en la lucha contra la violencia de género.
Esta definición exige del personal médico un compromiso decidido para formarse, estar alerta y actuar activamente en la prevención, detección, asistencia y tratamiento de los casos de violencia de género.
La comunicación y en su caso la denuncia a la autoridad competente de los datos vinculados a la violencia de género obtenidos en el contexto de la asistencia sanitaria forman parte de la atención y tratamiento debidos a la paciente víctima de este tipo de violencia.
La violencia de género es un problema de salud pública, y es un delito perseguible de oficio, es un trauma extendido mucho más de lo que se muestra, la parte del iceberg invisible es inmensa, y el Sistema de Salud Pública español aún no estaría preparado, a juicio de los especialistas, para afrontarlo como es debido.
En este sentido, pusieron de manifiesto que los profesionales del sistema, de todos los departamentos implicados (médicos de familia, pediatría, enfermeros/as, trabajadores/as sociales…), deben enfrentarse a sus lagunas, a sus miedos, a sus necesidades, a los déficits, ponerlos en común y comunicarlo, así como elaborar y elevar vuestras propuestas, para dar respuesta a las necesidades, crear nuevos protocolos o recursos que puedan resultar de ayuda a la mujer y sus hijas/os menores cuando acuden a sus consultas para liberarse del ciclo de la violencia.