Jaime Aparicio Santos. Presidente de la Comisión de Deontología del COMCADIZ
Con motivo de la celebración del XXIV Congreso Nacional de Medicina General y de Familia, celebrado en estos días y que ha coincidido con el 19 de mayo, Día Mundial del Médico de Familia, hay un tema muy importante tratado durante dicho Congreso por médicos especialistas en Cuidados Paliativos, y que tiene un gran interés, desde mi punto de vista, relacionado con lo que en este medio se ha tratado en números anteriores desde nuestra Comisión de Deontología. La OBJECION DE CONCIENCIA, referida a la Atención médica al final de la vida.
Partimos de la base de que hay que tener claro el concepto de Sedación para no incurrir en ningún error. La SEDACION PALIATIVA es “la disminución de la conciencia de un enfermo en los días u horas anteriores a su muerte”. Y en dicho Congreso se ha vuelto a hacer énfasis en que “los médicos están obligados a realizarla cuando esté indicada y autorizada por el paciente”, con lo cual NO TIENE CABIDA LA OBJECIÓN DE CONCIENCIA.
Muchos médicos no quieren sedar a un paciente en fase terminal cuando tiene síntomas refractarios a los tratamientos indicados en los procesos correspondientes “porque sus ideas no se lo permiten”, ya que piensan que eso es Eutanasia. Y esto es falso. En el momento actual, desde el punto de vista ético hay que dejar claro que, si se dan las condiciones necesarias para aplicar la Sedación, se está haciendo una buena práctica médica. No se está procurando la muerte. Y hay que tener muy clara la diferencia.
Desde todas las instancias éticas se insiste en que la Sedación Paliativa es un “tratamiento neutro”, que se puede convertir en bueno o malo según la intención con que se emplee. Y se insiste también en que no se debe pensar en que cuando se ingresa en una Unidad de Cuidados Paliativos la sedación es imprescindible y necesaria; así como tampoco los pacientes deben pedir al médico que les sede para acabar con su vida.
Puede haber confusión. La sedación trata de disminuir la conciencia del enfermo a la dosis mínima necesaria para controlar esos síntomas que no se pueden controlar de otra manera con el fin de aliviar su sufrimiento. El que en algunos casos (cosa que no está demostrada totalmente) ese proceder pueda acortar algo la vida del paciente sería un efecto secundario del tratamiento. No sería la intención con la que se ha aplicado. Es lo que en algunos Tratados de Ética Médica se denomina también “doble efecto”. En cambio, la Eutanasia sería administrar una medicación y una dosis con el fin de acabar con la vida del paciente.
En el momento actual, tanto el paciente como su familia pueden exigir la Sedación como un derecho siempre que esté indicada; es decir, cuando el paciente esté ante un sufrimiento insoportable en la fase final de su vida.
En Medicina Paliativa hay varios imperativos éticos para realizar una buena práctica médica al final de la vida:
- No abandonar al enfermo
- Controlar enérgicamente los síntomas que le provoquen sufrimiento
- Evitar medidas diagnósticas y terapéuticas innecesarias
- Sedarlo cuando lo precise teniendo en cuenta los deseos del paciente.