Todos hemos visto en los informativos una escena que me ha parecido verdaderamente preocupante. Con motivo del homenaje que se ha realizado por razón de los atentados del 11 de septiembre de hace 15 años, la candidata por el partido demócrata a la presidencia de Estados Unidos ha sufrido un desvanecimiento, lo que hizo que hubiera de retirarse del acto y ser llevada en brazos por parte de su equipo, que la introdujo en su vehículo.
Inmediatamente el otro candidato a la presidencia ha pasado al ataque, aprovechándose de la coyuntura y poniendo en entredicho la salud de su adversaria. Ello ha originado un importante debate, pues no es tema baladí saber si la persona a la que se va a confiar el gobierno del país más poderoso de la Tierra, y que de una forma u otra a todos terminará por afectarnos, se encuentra físicamente preparada para aceptar el mandato.
La cuestión es muy interesante, pero es para debatir en otro ámbito. Sin embargo, el tema me ha venido al pelo para sacar a colación una cuestión mucho más cercana, igualmente importante y que nos incumbe directamente a nosotros, porque ¿qué puede ocurrir cuando un médico no se encuentra en condiciones físicas o mentales para poder atender adecuadamente a sus pacientes?
La cuestión se resuelve en los párrafos 2 y 3 del artículo 22 del vigente Código de Ética y Deontología Médica, según el cual, si un médico observara que por razón de edad, enfermedad u otras causas, se deteriora su capacidad de juicio o su habilidad técnica, deberá pedir inmediatamente consejo a algún compañero de su confianza para que le ayude a decidir si debe suspender o modificar temporal o definitivamente su actividad profesional. Si el médico no fuera consciente de tales deficiencias y éstas fueran advertidas por otro compañero, éste está obligado a comunicárselo y, en caso necesario, lo pondrá en conocimiento del Colegio de Médicos, de forma objetiva y con la debida discreción. Esta actuación no supone faltar al deber de confraternidad, porque el bien de los pacientes es siempre prioritario.
Yo no sé lo que terminará pasando en las elecciones norteamericanas –eso lo sabremos en noviembre- pero sí sé qué es lo que debe hacerse en el caso de que un colegiado no se encuentre en condiciones de atender con la debida corrección a sus pacientes, que es lo que ha quedado expuesto.
Por cierto, le recuerdo que para poder consultar el Código de Ética y Deontología Médica solo tiene que acceder a la página web del Colegio, donde aparece completo.
Y la semana que viene, más.