El término Salutogénesis fue acuñado por Aaron Antonovsky en el año 1996. Él fue quien propuso entender la salud como un continuo entre dos polos radicalmente opuestos. Por un lado el bienestar (la salud) y por otro el malestar (la enfermedad), pero conociendo que ningún organismo podría conseguir ninguno de los extremos de forma absoluta, esto es ni la salud perfecta ni la completa enfermedad. Con ello estableció que la salud es un proceso inestable que debe ser constantemente recreada, y que la pérdida de la salud, la enfermedad, es un proceso natural y omnipresente en nuestras vidas.
El concepto de salud integral depende de un actor (el individuo) y de un escenario (el entorno). Centrándonos en el actor, debemos contemplar estilos de vida como la alimentación, la actividad física y sexualidad saludables, evitar factores tóxicos importantes como el tabaco y el alcohol, pero sin obviar otros como el descanso adecuado y la actitud positiva ante la vida.
Lindstrom y Eriksson (2009) utilizan la metáfora del “Río de la vida” para dar argumento a esta perspectiva salutogénica: “Ante un río embravecido, la vida en sí, hemos de comprender las condiciones que determinan que una persona tenga la habilidad de nadar bien, pudiendo salvar remolinos, peligrosas corrientes y disfrutar de las aguas tranquilas”. La salutogénesis no pretende salvar a los individuos que están a punto de ahogarse, lo que consigue es que naden bien para que no sean arrastrados por la corriente.
Plantear la salud como un elemento Activo nos obliga personalmente a responsabilizarnos de ella. Comprender lo que nos ocurre, tener una visión clara con conocimiento de causa y tener habilidades aprendidas y potenciales para manejarlo y la capacidad de convertir lo que se hace en satisfactorio forman parte fundamental de los AUTOCUIDADOS. Dejamos de ser un mero espectador de lo que nos sucede y pasamos a convertirnos en el actor principal de nuestra forma de enfermar y nuestra manera de curarnos.
Un activo de salud es todo factor o recurso que aumenta la capacidad de las personas, grupos, comunidades, poblaciones o instituciones para mantener y sostener la salud y el bienestar.
Por lo tanto, los activos pueden actuar a nivel individual (competencia social, autoestima, compromiso con el aprendizaje, responsabilizarse de los autocuidados), comunitario (redes de apoyo familiar, capital social, solidaridad intergeneracional, cohesión comunitaria) e institucional (seguridad en el empleo, viviendas seguras, recursos ambientales).
Aunque los cuidados para mantener la salud sea el compromiso del personal sanitario, no deja de ser una responsabilidad individual.
BIBLIOGRAFÍA.
Antonovsky A (1996). The salutogenic model as a theory to guide health promotion. Health Promotion International vol 11, paginas 11-18.
Formación en salutogéneis y activos para la salud. Edita Escuela Andaluza de Salud Pública. Serie Monográfica EASP nº 51. 2012.
IV Plan Andaluz de Salud. Edita: Junta de Andalucía. Consejería de Igualdad, Salud y Políticas Sociales, 2013