Dr. Julio Rodríguez de la Rúa
(Tras recibir el Premio MEDICINA GADITANA de este año junto a la Real Academia de Medicina y Cirugía de Cádiz, el Dr. Julio Rodríguez de la Rúa expresaba su agradecimiento y relataba los hitos de su vida profesional en sus vertientes asistencial, docente y de cooperación. Desde medicinagaditana.es queremos rescatar un apartado muy especial de su intervención en el que reflexionaba sobre el desempeño de la buena Medicina, ejercida con conocimiento, dedicación, ética y honradez.)
Para mí, la medicina es una profesión maravillosa de la que soy un apasionado. El médico está para servir al paciente, valorando cada enfermo en particular. Debe intentar devolverle la salud y es hacia él a quien debe su máxima “fidelidad”.
Cuando empecé a ejercer en la Medicina Asistencial, hace ya muchos años, mi objetivo era llegar a ser un buen médico… no digo ser el mejor médico, sino simplemente ser un Buen Médico, con mayúsculas… Y para ello -pensaba yo- hacían falta tres condiciones: conocimientos, dedicación, ética y honradez. Como se dice ahora, conocimientos, habilidades y actitudes.
El médico debe buscar los Conocimientos y las Habilidades con tenacidad en el estudio y en la práctica diaria…
El médico debe tener Dedicación al paciente, saber escucharle, emplear el tiempo necesario para la exploración. Actuar con respeto, humanidad y veracidad… no ceder al cansancio. Debe tener presente que el enfermo, además de ser objeto de atención médica, es sujeto debilitado y ansioso.
Pero además, el médico ha de tener Ética y Honradez, buscando siempre lo mejor para el paciente. Debe tener confianza en sus propios conocimientos, pero asimismo valentía para reconocer sus limitaciones, no dudando en enviar el paciente a un compañero más especializado -o más cualificado- en el supuesto que el caso le sobrepase. El médico no debe perder el norte por dinero. Debe respetar al compañero que se lo merece y no debe dudar en desenmascarar a quien no se lo merece.
Si nos referimos a la Docencia, el médico ha de poner todo su esfuerzo en entusiasmar a quien aprende. Debe intentar que los estudiantes “aprendan a aprender”, siguiendo aquella máxima del gran Sócrates, que decía que en realidad “nunca había enseñado nada a nadie, sino que había capacitado a sus discípulos para encontrar las verdades por sí mismos”.
Y asimismo, si nos referimos a la Medicina Humanitaria, no debemos olvidar que, especialmente en los países en desarrollo, son los más deprimidos quienes más nos necesitan… Lo diré de un modo directo: ¡En esos países hacemos muchísima falta!
Voy a ir terminando, pero antes de ello, quiero entonar un “mea culpa”… Y ello es así, pues cuando valoro mi propia historia profesional, me lamento de que en ocasiones es posible que no haya sabido tener la humanidad precisa con el paciente. El paso de los años te va confirmando que toda persona enferma merece una atención personalísima, continua, amable e incluso tierna si es preciso.
En relación con ello, citaré una frase-oración del Dr. Juaristi, médico de cabecera que ejercía en el norte de España a orillas del Bidasoa a principios del siglo pasado. Era éste un médico muy querido por sus pacientes, que solía repetir una frase que siempre rondó mi mente… La frase decía así literalmente:
“Líbranos Señor del mal, pero si lo hemos de sufrir, mándale luz al cerebro del cirujano, destreza a sus manos y ternura a su corazón”.
En el mismo sentido se expresaba el Papa Francisco, el 9 de junio de 2016, cuando recibió en la Sala Clementina a una representación de médicos españoles y latinoamericanos -entre los que se encontraban representantes de nuestro Colegio- con motivo del Jubileo de la Misericordia. En tal ocasión, el Papa manifestó su reconocimiento y gratitud a los profesionales de la sanidad y al bendecir a los asistentes les expresó afablemente la siguiente recomendación, en relación con el ejercicio profesional: “Pongan más corazón en sus manos”.
Y ahora, permitidme responder a la pregunta que me hacía al principio: ¿Qué pude haber hecho de especial para merecer este premio?… Pues nada, no he hecho nada especial, sino que simplemente he tratado de cumplir con la profesión, asumiendo la responsabilidad que en cada momento me correspondía. Si se quiere, tal como se decía en la niñez… a lo largo de mi vida he tratado sencillamente de “hacer los deberes”.