Isabel Palma Gerena. Responsable de Voluntariado de Madre Coraje
Diez horas de vuelo fueron necesarias para descubrir un país maravilloso y azotado por una gran pobreza. Mozambique, séptimo país más pobre del mundo y en el que hay mucho donde trabajar y ahondar para descubrir su belleza.
Mi primera sorpresa, a vista desde el avión, fueron los kilómetros y kilómetros de carreteras de arena y tierra, carreteras que yo recorrería durante mis 21 días de estancia, y a través de las cuales fui descubriendo sus formas de vida: bajo un invierno a 25 grados (no me quiero imaginar el verano…), multitud de personas caminando en busca de agua, para acudir a los colegios, para trabajar… algunas con zapatos y otras sin ellos… ; sus viviendas a base de barro y/o piedras con techos de paja, y siempre cerquitas de ellas sus letrinas construidas con los recursos naturales que se den en la zona; rebaños de animales, en su mayoría delgados y sin mucho donde pastar; y miles de sonrisas a mi paso que hacían que a cada momento cobrara más sentido mi viaje y mi trabajo en Madre Coraje.

Tras visitar los proyectos que estamos ejecutando, pude comprobar que el día a día de las personas trabajadoras y voluntarias que conformamos la asociación vale la pena, que se obtienen frutos, frutos en forma de fuentes, de colegios, de cultivos, de empoderamiento, de dignidad, de afán de superación, y tienen forma de agradecimientos. Cientos de “obrigados” retumban en mi recuerdo, “obrigados” que devuelvo a todas las personas que hacen posible este cambio.