Miguel Fernández-Melero Enríquez. Jefe de la Asesoría Jurídica
Un problema con el que se están encontrando algunos colegiados, es el que se produce cuando el paciente decide grabar con su teléfono móvil la conversación que está teniendo con su médico, sin avisarle de ello. Los motivos de esta conducta pueden ser muchos, pero cabe pensar que lo que está haciendo es preparar la prueba que va a precisar, cuando ha decidido iniciar acciones judiciales contra el facultativo.
La primera impresión que tiene cualquiera es que esa es una práctica ilegal, y que tal manera de comportarse supone vulnerar la intimidad de otra persona. Sin embargo, es importante señalar que cuando el que está grabando esa conversación participa en la misma activamente, sí resulta legal grabar a, y luego puede presentarla como prueba en un juicio.
Pero lo que no es legal es grabar una conversación de otras personas en las que el que está grabando no participa activamente. De hecho, el artículo 18.3 de la Constitución establece que se garantiza el secreto de las comunicaciones y en especial de las postales, telegráficas y telefónicas, salvo resolución judicial.
Por eso, aunque sea la Policía la que está grabando la conversación, esa prueba será ilegal si no se ha obtenido previamente la autorización judicial.
En este sentido el artículo 197.1 del Código Penal establece que el que, para descubrir los secretos o vulnerar la intimidad de otro, sin su consentimiento, se apodere de sus papeles, cartas, mensajes de correo electrónico o cualesquiera otros documentos o efectos personales, intercepte sus telecomunicaciones o utilice artificios técnicos de escucha, transmisión, grabación o reproducción del sonido o de la imagen, o de cualquier otra señal de comunicación, será castigado con las penas de prisión de uno a cuatro años y multa de doce a veinticuatro meses
Por eso al colegiado le resultaría muy conveniente tener presente esta circunstancia y cuidar lo que dice y como lo dice, porque con los modernos medios técnicos de grabación (de los que hoy es capaz de disponer cualquier persona), se pueden producir circunstancias que terminen por resultar francamente incómodas.