Sin entrar en disquisiciones numéricas, en este planeta globalizado, las mujeres representan justo el cincuenta por ciento de nuestro mundo. Sin embargo su representación en la vida pública y social, su presencia en los círculos de poder, donde se toman las decisiones importantes, es meramente testimonial. Ni siquiera en las sociedades más avanzadas, y que se dicen igualitarias, el poder de las mujeres es comparable al de los hombres.
Uno de los ámbitos donde estas diferencias de género son palpables, y no pasan desapercibidas, es el de la salud. Por ello la Organización Mundial de la salud (OMS) y la Organización Panamericana de la salud (OPS) establecieron en el año 1987 el día 28 de mayo como Día Internacional de Acción para la Salud de las Mujeres.
Las desigualdades de género actúan sobre la salud y la calidad de vida de las personas, entendiendo por desigualdades aquellas diferencias injustas y evitables que se dan en la salud de mujeres y hombres (OMS 1990). Según la OPS es necesario indagar sobre los procesos y razones por las que mujeres y hombres se ven afectados de manera diferencial por distintos procesos del binomio salud-enfermedad. El género se constituye como un determinante social y una categoría que estratifica y condiciona toda una serie de procesos relacionados con los resultados en salud de hombres y mujeres (Krieger 2003).
Para analizar las diferencias y las semejanzas entre hombres y mujeres a la hora de enfermar debemos conocer:
- Las pautas de salud-enfermedad-atención que supone conocer quién enferma, de qué se enferma, dónde se enferma, cuándo se enferma.
- Los factores que afectan a quienes enferma.
- Las pautas que afectan a la respuesta frente a la salud-enfermedad.
Existen algunos ejemplos claros de las diferentes respuestas que se dan por las personas, los familiares, la sociedad y el sistema sanitario según la persona afectada sea hombre o mujer. Persiste la idea de que las enfermedades cardiovasculares afectan más a hombres que a mujeres, por ello a ellas se tarda más en dar una atención sanitaria adecuada. La razón entre el número de hombres y de mujeres que se someten a esterilización es de 1 a 300. La exclusión de las mujeres de los estudios y ensayos clínicos de las enfermedades que afectan a ambos sexos es patente y manifiesta. Se ha dado baja prioridad por parte de la industria farmacéutica a la investigación de enfermedades crónicas que afectan principalmente a mujeres. Estudios realizados en EEUU y Canadá demuestran diferencias en la calidad de los servicios de salud por sexo, siendo la calidad inequitativa para las mujeres (sobremedicación, duración de la espera, tratamiento humillante…).
Estas desigualdades surgen de construcciones socioculturales e históricas, y se expresan en la división sexual del trabajo, en el acceso diferencial y jerarquizado a los recursos materiales y simbólicos y al poder en sus distintas expresiones. Estos elementos transforman las diferencias sexuales en discriminación.
Recientemente la Escuela Andaluza de salud Pública (Granada), con la financiación del Fondo Europeo de Desarrollo Regional, ha publicado el “Atlas de Desigualdades de género en Andalucía”. Representa en mapas municipales y provinciales los principales indicadores para medir estas desigualdades. Se convierte así en una herramienta para la toma de decisiones políticas y el diseño de futuras investigaciones científicas.
BIBLIOGRAFIA:
www.desigualdadesdegeneroensalud.org/
www.juntadeandalucia.es/export/…/13317296934_Mxdulo_3.Salud_y_Gxnero.pdf