Antonio Ares Camerino
“En sus más de 35 años de dedicación a la enseñanza había soportado, y por qué no decirlo sufrido, ocho leyes educativas. Desde la LOECE (Ley Orgánica por la que se regula el Estatuto de Centros Escolares) de 1980, pasando por la LODE, la LOGSE, la LOPEG, la LOCE, la LOE, la LOMCE y la última LOMLOE de 2020. Muchas siglas, muchos cambios, muchos vericuetos legales, mucha letra pequeña, y casi siempre poca sustancia y ninguna enjundia educativa y docente. Su experiencia le había convencido de que cualquier Ley puede ser buena si tiene una dotación presupuestaria suficiente y adecuada a las necesidades reales del alumnado. Que cualquier sistema tiene garantizado el éxito si se cuenta con los actores principales del Sistema Educativo, con la familia como pilar fundamental. El fracaso escolar es multifactorial, y posiblemente el alumnado sea el menos responsable. Ella se considera una maestra de vocación, pero los más de mil pequeños y pequeñas a los que había enseñado a leer y a escribir siempre la llamaron Seño”.
En nuestro país cada vez que se aproximan los resultados de un Informe Pisa (Programa para la Evaluación Internacional de los Estudiantes) nos echamos a temblar. No es que a la clase política y a las administraciones en general les preocupe sobremanera, es que le saca sus vergüenzas a la luz pública. Muchas leyes, muchas inversiones, muchos modelos y muy pobres resultados. En el último informe PISA España obtiene un peor resultado, pero según algunos, de opiniones benevolentes, resiste el batacazo. Retrocede en todos los campos en este Informe en el que han participado 690.000 estudiantes de entre 15 y 16 años de 81 países. El primero en el ranking, y ya viene siendo tradicional, tanto en matemáticas, como lectura y ciencias, es Singapur, seguido de Japón y de Estonia. Entre los diez primeros se sitúan Castilla y León (5º puesto), Asturias (7º Puesto) y Cantabria (8º puesto). España en general ocupa del 15º lugar. Nuestras Comunidades que lideran el palmarés tienen en común una renta per cápita por encima de la media nacional, clases con pocos niños y una buena financiación en la recepción de fondos públicos. En la escuela rural con una enseñanza muy personalizada se obtienen mejores resultados.
Según los expertos, el éxito de las políticas educativas radica en la estabilidad y continuidad de las mismas. Igualmente reconocen que, si bien la multirracialidad en las aulas es muy enriquecedora para el desarrollo social e integral del alumnado, el problema del idioma se convierte en una importante traba para la consecución de mejores resultados.
Como siempre, la Comunidad Andaluza se sitúa en los últimos puestos del ranking nacional desde que comenzó a participar en el Informe PISA; son más de veinte años en el furgón de cola. El alumnado andaluz lleva veinte años en el vagón de cola de la educación. Sus competencias científicas, matemáticas y lectoras están por debajo de la media nacional, a bastante distancia de la de los países de la OCDE y de la Unión Europea. El problema viene de lejos. En Informes de años anteriores el porcentaje de padres sin estudios del alumnado andaluz era el más alto de todas las comunidades españolas que participaron. Si bien se va reduciendo la diferencia con la media nacional, estamos muy lejos de alcanzar unos niveles óptimos que nos hagan albergar esperanza en la educación de nuestros jóvenes. Invertir en recursos humanos del profesorado, analizar los contextos socioeconómicos, familiares y culturales del entorno del alumnado y atender las deficiencias en la atención a la diversidad, son prioridades para una mejora en los resultados.
El potencial económico de un país no tiene nada que ver con su riqueza en recursos energéticos, sean renovables o no; no tiene relación con su desarrollo en tecnologías punteras, ni siquiera con su ávara banca, sino que está directamente relacionado con el potencial educativo de su capital humano. De ello da buena cuenta el flujo migratorio de nuestra materia gris hacia otros países donde se valora con más empeño.
La Asamblea General de las Naciones Unidas proclamó el 24 de enero Día Internacional de la Educación. En pleno siglo XXI aún hay 250 millones de niños y jóvenes sin escolarizar y 763 millones de adultos son analfabetos. La educación desempeña un papel primordial en la consecución de la paz y del desarrollo. Sin una educación de calidad, inclusiva y equitativa para todos y de oportunidades de aprendizaje a lo largo de toda la vida, los países no lograrán alcanzar la igualdad de género ni romper el ciclo de pobreza que deja rezagados a millones de niños, jóvenes y adultos.
¿Servirán los 500 millones de euros prometidos por el Gobierno Central para mejorar el conocimiento en matemáticas del alumnado de este país?
¿Va a ser que la España vaciada, las clases con poco alumnado, y la diversidad de edades es el modelo a seguir para obtener buenos resultados?