Dr. Antonio Fernández Arias. Médico ¿de Familia?
Hay veces que pienso… ¿Por qué no me daría la nota en selectividad para hacer veterinaria? Que mi mote sea Macario, no debe ser un capricho del destino… Que mi familia sea más de campo que un arado de madera tiene que dejar impronta y que en mi trabajo tenga “un pelín” de fama de gafe (que manías más tontas coge la gente)… hace que me sucedan cosas en esta profesión de Médico que me he buscado, que pueden parecer casualidad… no sé.
En fin, termina la semana de este julio en medio de acúmulos y lo remato con un buen aviso a domicilio. Quitando cuatro cosas, una infiltración, un conato de toxiinfección alimentaria con llamada a Epidemiología, y que tuve que ponerle un gotero a Sergio, nuestro DUE… que no tiene otro día para ponerse malo, no dejaba de ser… en fin… lo que viene siendo un día tranquilo en consulta (de los míos…).
Lo que no me podía imaginar es que lo menos raro que me iba a encontrar a partir de ahí era el nombre del Residente que me acompañaría en una más de mis anécdotas psicodélicas.
Ladislao… nos vamos a un aviso.
Y allá que vamos… valientes, osados… inconscientes…
Llegamos al domicilio. Domicilio… hombre… teniendo en cuenta que la civilización parecía terminar cuando la calle se convertía en un carril… al fondo una verja… más allá una casa… al lado unas sandías… Después un huerto de tomates… un ciruelo con sus ciruelas… esas ciruelas en el suelo… esas gallinas picoteando las ciruelas… esas gallinas haciendo elegantemente sus necesidades en las sandías… en fin… un domicilio.
A ver, Ladislao… mira… este hombre ha estado ingresado hace pocos días con una insuficiencia prerrenal debido a una gastroenteritis por Campilobacter Yeyuni. El avispado residente me miró… luego miró a las gallinas… las gallinas nos miraron… una de ellas movió eléctricamente las plumas de su cola… qué defecación más graciosa encima de las ciruelas tiradas en el suelo… en fin… esas cosas.
A todo esto, no intuía yo que el único avispado del día no iba a ser Ladislao.
Al ajo. Tras abrir la verja entramos al recinto.
¡Joaquín!……… ¡¡Joaquín!!……..¡¡¡Joaquín!!!………¡¡¡¡¡JOAQUIIIIIIIIÍN!!!!!
Ahora que me acuerdo, han tenido que ingresar a la mujer de Joaquín y debe estar su hija acompañándola en el Hospital.
¿Por qué está ingresada? Pregunta Ladislao.
Por gastroenteritis.
Se hace el silencio… roto por el cacareo oportunista de una de las gallinas.
Debe estar solo, el pobre.
Golpeamos la puerta… no responden… está cerrada. Al lado otra puerta, abierta. Pasamos.
¿Joaquín?… ¿Joaquín?… ¿Joaquín?, decía mientras entraba en la estancia. A mitad de camino echo la vista atrás para hablar con Ladislao.
¿Ladislao?… ¿Ladislao?… ¡¡¡¿¿¿Ladislao???!!!……..
¿Entro?
No, si te parece me llevo yo solo la hostia…
Bueno, nos acercamos al dormitorio. Al entrar un bulto del tamaño de Joaquín debajo de una sábana… inmóvil, muy inmóvil, demasiado inmóvil diría yo… y recuerdo… Joaquín no está sordo… qué quieto está Joaquín leches… y le toco, temiendo por un momento encontrarme con un cuerpo frío… inerte… exánime…
¡¡¡¡DON ANTONIO!!!!….
Se levanta como un resorte Joaquín.
¡QUÉ ALEGRÍA DE VERLE!
Cuatro más de éstas y a Don Antonio te queda poco de verle….
Tras recomponer un poco las coronarias, lo propio… ¿Qué te ocurre hombre?
Pues mire, que los bronquios me están matando, la noche que me han dado, unos tembleques, que pechá de mocos, el ventolín no me hace nada.
¿Te estás echando el otro inhalador Joaquín?
No me falta ningún día Don Antonio.
¿Ningún día Joaquín?
Ningún día Don Antonio.
Me dice mientras trasteo las tres cajas de Spiriva enteras sin empezar en la mesita de noche.
En fin… la anamnesis ha sido productiva… tanto como la tos de Joaquín. Pasemos a la exploración.
Saturación… 96%. No está mal, no hay disnea, bien… No tiene mal color en la cara… esto promete… ya me veo en el coche camino de casa. Pasemos a la auscultación… bien… bien… bien………………….. A ver voy a auscultar de nuevo… bien… bien… bien…………………. ¿A que no me voy todavía para casa?
Ladislao, ya que estás aquí haz algo, ausculta hombre, ausculta.
Ahí va ese Residente fonendo en ristre. Bien…. bien…. bien…………………….
No me digas más Ladislao…. ¿Campo medio pulmón izquierdo?
Asiente el Residente.
¿Crepitantes?
Asiente el Residente.
¿Que la hemos cagao no Ladislao?
El Residente… lentamente… asiente.
Joaquiín… ¿De qué color son los esputos?
Feos Don Antonio.
Me refiero al color Joaquín por favor.
Oscuros Don Antonio.
Joaquín cariño…
Ahí los tiene Don Antonio, en la silla tengo el pañuelo. Para usted… recientitos… no deben haber perdido ni el calorcito.
Y Don Antonio mira al pañuelo… y el pañuelo parece mirar a Don Antonio.
Me percato de un oportuno matamoscas, que me sirve para recoger de la silla de forma delicada ese sagrado relicario. Se lo acerco a Joaquín lentamente…
Joaquín hombre, ábreme el pañuelo.
¿Por qué Don Antonio?
Por asco Joaquín.
Joaquín abre la tapa de las esencias. Y se descubre el gran secreto tan celosamente guardado. Vamos que si me dice verde y rosa desde un principio, me hubiera ahorrado dos párrafos y medio.
Resumiendo, teníamos a un abuelo solo en su casa casi en el fin del mundo, con una posible neumonía y nadie de su familia para poder llevarlo. No nos rindamos.
A ver… Joaquín ¿Cuándo llega su hija?
Ya.
¿Cuándo es ya Joaquín?
Pues… Ya.
En fin… Vamos a ver Joaquín ¿Tiene el teléfono de su hija?
Si.
Si… ¿Dónde Joaquín?
Allí.
Allí ¿Dónde Joaquín?
En el cajón del salón.
¿En cuál de los cajones Joaquín?
En el de allí.
Varios cajones registrados después… El Residente algo menos cansado que su tutor reflexiona…
¿Llamamos al Centro y que nos digan el teléfono de su hija?
Sabias palabras Ladislao.
No cogen el teléfono. Qué bien… Así va España.
No desesperemos, cuadrante de guardia. Bien… Pepe… ¿Estás delante del ordenador? Mírame esto anda… ¿Qué por qué?
¿Para qué te explico nada?… A ver Pepe te lo he contado por educación, no para que te rías de mi puñetas, que si, que si, que lo del gafe y eso que si… no te rías más y dime el teléfono simpático eres con tus…..
Bueno, ya vemos el final de la Historia… a marcar se ha dicho.
Qué cosa más simpática el tono del contestador del móvil de la hija de… Joaquín.
Joaquín De Dios… ¿Tienes algún vecino de confianza?
El de la casa de al lado es mi sobrino Antonio.
Bueno, por fin una salida del túnel.
Y allí nos vemos en medio del campo pegando gritos por encima de una valla.
¡Antonio!… ¡Antonio!… ¡Antonio!
Sale Antonio… Que estaba haciéndose la comida… porque ya se estaba haciendo tarde para comer… cara de despiste y el torso desnudo… todo un poema.
Dígame usted…
Pues verá….
Me dispongo a exponer mi discurso con una pose distendida a la par que segura demostrando que controlo la situación claramente, apoyándome con el brazo en la parte superior de la valla. Valla hecha de rasillas. Rasillas con sus huecos por imperfecciones. Huecos llenos avispas. Avispas que quieren salir del hueco. Pose…. Brazo… valla… rasillas… hueco… avispas…. ¡¡¡¡¡La madre que parió a las avispas, a la valla, a las rasillas, a Joaquín, al sobrino de Joaquín y al fulano que puso la nota de corte ese año en selectividad para que sólo me llegara la nota para entrar en Medicina!!!!!
Al final me veo echándome encima el vinagre que tenía el sobrino de Joaquín preparado para el picadillo de tomates (¡Qué hambre hace ya por Dios!).
Pero vamos a ver…. ¿Cómo se ha rodeado el tema para que el médico que viene a curar a un paciente lo tengan que atender a él? Uffff… Qué alivio el vinagre… No debe ser genérico…
En fin… tras organizar el tema con el sobrino del paciente, hago el P10 y le comento a Joaquín el procedimiento a seguir. Cuando nos estamos yendo, Joaquín nos comenta:
Don Antonio, le tengo preparado una bolsa con ciruelas recién recogidas (estás tú como para subirte al árbol… de dónde las habrás recogido…) las tengo a la salida. Tienen una pinta para cagarse…
Vale Joaquín ya las cojo al irnos.
En el cubo tengo más… para que coja otra bolsa para su compañero, nos comenta mientras se levanta con dificultad y nos sigue hacia la salida…
Ladislao sigue adelante por Dios, no mires atrás Ladislao, Ladislao corre…
Don Antonio… ahí tengo las ciruelas… nos dice Joaquín casi en la puerta de salida con el bastón en una mano y los pantalones del pijama en los tobillos, mientras que sus excelsos genitales pendulean generosamente.
A esas alturas nuestro animado paso se estaba transformando en un trote nervioso… Vamos, que salimos por patas en busca del contenedor de basura más cercano.
Mientras salíamos de aquel aquelarre miraba atrás y volvía a preguntarme porqué estudié Medicina y no Veterinaria… por un momento… de soslayo vi a una de las gallinas mirándome fijamente y os aseguro que tenía la misma mirada de Joaquín, entre despistada e inconsciente y también como él… tenía cara de no saber dónde poner los huevos.
Así que pensé: A ver Macario… da lo mismo el bicho que tengas que tratar… gallinas, avispas o Joaquines… el cenizo lo llevas en todo lo alto, y al menos ya cobras trienios.
Ay Señor……..