Dr. Manuel Mª Ortega Marlasca.
Los que ya peinamos canas desde hace ya un tiempo, tenemos muy viva en nuestra memoria, pese al paso del tiempo, muchas imágenes de nuestra infancia. Si hiciéramos una encuesta, saldrían muchos y variados personajes con los que interactuábamos casi a diario por medio de nuestras pantallas en blanco y negro, y un poco más adelante en color.
A todos nos sonará -por los años que pasen- Epi y Blas. Esos dos amigos y convivientes inseparables a los que se les otorgó ya en los años 70(1) el tinte homosexual de ambos, son unos personajes del pasado en el que a veces rememoramos con motivo de algún hecho o acontecimiento. Ese papel infantiloide, travieso, disparatado, ocurrente y abrupto desde la intuición disparatada de Epi, no se nos olvidará. Por el contario, Blas es todo lo contrario. Vamos, la asociación de dos polos opuestos conviviendo en el mismo hogar disparatado.
Pero desde hace algo más de un par de meses, Epi ha pasado a ser EPI. De esa imagen divertida en extremo, pasó a ser una auténtica prioridad en nuestras vidas con motivo de la pandemia puñetera causada por el COVID-19. En lo que mi “disco duro” me permite, no recuerdo en ninguno de mis personajes de la infancia esa interpretación ni modificación en su conceptualización.
Ha dejado de ser aquel personaje de Barrio Sésamo con el que la mayoría de los chavales nos sentíamos más reflejado por sus ocurrencias y planteamientos desquiciados. Ahora supone un elemento de protección de alta valía con el que los chavales de ahora nos sentimos protegidos, y al que le exigimos todas las garantías disponibles y la máxima aplicación de normativa en materia de seguridad laboral. No nos reímos con él, sino que nos aferramos a él y luchamos por él.
Supone a su vez un elemento de nuestro día a día en diferentes sentidos. Para unos por su necesidad en su puesto de trabajo y para otros por ser un objetivo en su trabajo que le acarrea no pocos conflictos, sinsabores y recalentamientos.
De lo que sí podemos estar todos seguros es que, supone una preocupación para directivos, responsables de compras e integrantes de las unidades de prevención y riesgos laborales. Pido que no seamos irracionales a la hora de tildar a muchos profesionales de interesados en malograr la calidad de los materiales que se adquieren. No me consta en ni uno solo de los que conozco y no he dudado si quiera de alguno de ellos. Debemos pensar que ellos mismos son a veces usuarios de estos elementos en ocasiones por motivos laborales.
Somos muchos los que nos batimos el cobre a diario en captar los materiales con la máxima calidad, pero estamos en un mundo globalizado en el que la necesidad es muy alta y la producción de materiales no se adecúa a la misma. Ello conlleva también la presencia de no pocos desaprensivos y aprovechados de la situación que pretenden hacer el agosto con la situación. Es lo que se ha llamado el “mercado persa”(2), donde el mercadeo, precios, calidades, compromisos y acuerdos pueden formar asociaciones de lo más perversas que podamos imaginar y en la que sus consecuencias pueden conllevar una graduación diferenciada desde lo normal y favorable hasta lo más nefasto.
Seamos al menos bienintencionados nosotros y otorguemos el beneficio de la duda a los que trabajan en favor de la consecución de unos buenos materiales para todos.
Dios quiera que encontremos la solución y COVID pase a ser un muñeco maléfico del pasado para todos.
NOTA: Imagen obtenida de Wikipedia. (https://es.wikipedia.org/wiki/Bert_y_Ernie).
BIBLIOGRAFIA
1. Epi y Blas. Bert y Ernie – Wikipedia, la enciclopedia libre [Internet]. WIKIPEDIA. [citado 3 de mayo de 2020]. Disponible en: https://es.wikipedia.org/wiki/Bert_y_Ernie
2. La «otra guerra» del coronavirus: los problemas de los gobiernos autonómicos para comprar material sanitario | Sociedad | Cadena SER [Internet]. CADENA SER. 2020 [citado 24 de marzo de 2020]. Disponible en: https://cadenaser.com/ser/2020/03/24/sociedad/1585037284_243729.html