Tal día como hoy hace un año, ya le vimos las orejas al lobo más de uno. Recuerdo que comenzaban ya los agoreros del fin del mundo y los minimalistas de una nueva gripe. Ni unos ni otros acertaron en sus vaticinios, pero creo que jamás se me borrará de la memoria el 24 de febrero de 2020: San Follón para mí y creo que muchos.
Casi en un visto y no visto…ya hemos pasado un año sufriendo la pandemia por COVID19. No hace nada, se discutía si era o no una pandemia, y mira por donde, ha supuesto un auténtico descalabro para todos.
Muchos ya nos preguntábamos lo que nos ocurriría. Si seríamos capaces de actuar ante una posible pandemia y si sabríamos todos cómo actuar. Sobra decir, que el sistema sanitario nacional se ha sacudido bien, pero sigue en pie gracias a la gran labor de todos. Somos muchos los que hemos puesto toda la carne en el asador y nos hipotecamos la vida y las coronarias en poder seguir adelante, siendo una de las piezas de esta gran maquinaria de la sanidad pública andaluza. Todos hemos tenido que hacer de tripas corazón e intentar sacar en muchas ocasiones fuerzas de la flaqueza para hacer jornadas maratonianas de hasta 14 horas de trabajo de lunes a domingo. Aparcando familia, ocio, intereses e incluso los descansos y las vacaciones a los que otros no fueron capaces si quiera de ponerlo a la disposición de sus cargos intermedios en aquellos días donde no se contaba con el personal necesario y no había nadie más a quien contratar.
Lo que muchos solicitábamos desde hace años se ha hecho realidad. Los 10 minutos de consulta presencial se han puesto en algunas de nuestras agendas. Disponer de un teléfono con salida exterior y hablar con nuestros pacientes evitando que tuvieran que desplazarse al centro, es algo ya real. Los que nos tildaban de modernos e ilusos sobre la viabilidad, indicación y buen uso de la consulta telefónica, ahora callan y son los primeros en hacer uso de esta reciente modalidad asistencial. Daba los resultados de las citologías vaginales y de los de anatomía patológica de los pacientes que intervenía en cirugía menor por llamada telefónica y se veía como un riesgo profesional. Ahora es una realidad tanto en la consulta de primaria como en la hospitalaria.
Canalizar peticiones por los pacientes o sus cuidadores por medio de correo electrónico o aplicaciones es ya una realidad. Se evitan no pocos desplazamientos a los centros de salud, lo cual implica una ganancia de tiempo y no pocos ahorros y afectaciones medioambientales.
Pero, no todo es color de rosa. Soy el primero en haberlo sufrido como muchos trabajadores de la sanidad en general.
Atrás quedan colegas, profesionales, pacientes y personas en general que fueron sesgadas sus vidas por este maldito virus. Todo ello sin contar la afectación económica y en las vidas de gran cantidad de personas.
Gloria y loor a los que cayeron, en especial a todos los sanitarios que pusieron sus vidas como base y sustento de las vidas de tantas personas que atendieron.
Dios quiera que esta maldita pandemia y situación pase en corto plazo y volvamos a lo más parecido que podamos como cuando el COVID no nos había afectado. Pero está claro, que tras el tsunami que nos ha causado, habrá siempre un antes y después de la pandemia. Igual no volveremos a estar. Espero que sepamos hacer buen uso de los pocos cambios positivos que todo ello nos está acarreando.
Dr. Manuel M. Ortega Marlasca.
Médico de Familia.