No creo que sea una apreciación personal que nos encontramos en un momento de especial desquicie generalizado al que se le añade una cierta tendencia a la fácil agresividad. Este contexto en el mundo de la sanidad se puede constatar en un incremento en las agresiones al personal sanitario. Las agresiones a sanitarios parece que llevan una progresión creciente o al menos, constante.
Sin que entre en el conocido efecto de punta de iceberg de las estadísticas en cuanto a la infra-comunicación de las agresiones con respecto a lo que realmente acontece(1), lo que sí que constato en cada agresión que tengo conocimiento es que existe una figura nueva en el mundo de las agresiones en sanidad y que he denominado la ESCALADA AGRESIVA. Es algo más que evidente. Intentaré compartir con todos esta apreciación.
Es raro el acto agresivo en el que el agresor es alguien ya conocido en el centro asistencial de Atención Primaria (u hospitalaria, si bien es menos frecuente). Nuestra accesibilidad y presencialidad social tiene estos efectos secundarios, pues también se nos acercan elementos indeseables de la sociedad a los que su fama de peligrosos, pendencieros, bronquistas o de alta conflictividad ya casi les precede.
Lo malo de ello, no es solo su presencia y efectos desagradables que ellos desencadenan, sino que, nadie les pone coto y corrección(2) en la gran mayoría de las veces, o si se le intenta corregir, esa persona no se ve arropada por sus compañeros de trabajo ni socialmente por los usuarios presentes en sus fechorías.
Ello tiene dos efectos directos en el agresor: se enorgullece de su acto y se refuerza su impunidad. En muchas ocasiones, se claudica ante sus pretensiones o solicitudes para evitar males mayores o tan solo quitarlo del medio, y este “nuevo tipo de trol” empieza a tener unos cambios en su configuración neurológica que les hace que se crezca con toda probabilidad en un próximo encuentro en cualquier punto de nuestra red asistencial.
Es el inicio de la escalada agresiva. La mezcla de impunidad y logro del objetivo que no se debería de haber producido, hace que su próximo deseo se deba de conceder, y en caso de negativa deberá de elevar más su agresividad. Si se obtuvo antes con las malas formas y agresividad verbal, en caso de negativa razonada a su próxima pretensión, deberá escalar su agresividad hasta el punto que la situación y las personas a él se le dobleguen. Sobra decir que llegar a la agresión física en diferente grado de magnitud es algo que acontecerá con el paso del tiempo y de la consecución de sus malas artes. No he tenido constancia personal en ninguno de los actos agresivos físicos de importancia que el agresor no fuera ya alguien conocido al que muchos integrantes del centro ya les constan actos agresivos previos de menor enjundia y al que nadie supo o no quiso reaccionar (impunidad compartida(2)).
Si analizamos la escalada agresiva en muchos de los actos, podemos ver como es algo autogenerado por el propio individuo. Pero en no pocas otras, vemos que la escalada tiene un crecimiento explosivo por el estímulo de otras personas. En la mayoría de las ocasiones son familiares de los agresores, pero he tenido constancia que en algunas ha sido algo incluso espontáneo y retroalimentado por otro agresor que coincide en ese momento, lo cual hace que uno y otro agresor se convierta en catalizador de un efecto agresivo explosivo.
Es curioso constatar como los efectos de la escalada agresiva se pueden focalizar sobre un profesional o bien sobre todos los presentes en el acto. Llega a ser de tanta virulencia esa escalada que se aplica “tarifa plana” y se ejerce la agresividad sobre todos los profesionales e incluso usuarios presentes en esa zona del centro. Se pueden dar las condiciones necesarias para el tumulto bien montado, especialmente si la escalada agresiva se produce en el contexto de la asistencia a un grupo familiar o de conocidos.
Ya sé que alguno le surgirá esta pregunta: ¿Tiene tratamiento este mal? Pues sepan que sí y es de mágicos efectos. No es otro más que la denuncia judicial de forma personal y aportando todos los detalles que se disponga del agresor y de lo acontecido. Todos sabemos que es algo laborioso, tedioso y molesto al tener que ir a la comisaría de Policía o bien a la Guardia Civil, pero caso de no hacerlo, inducimos más impunidad compartida y facilitamos el crecimiento o generación de nuevos troles.
No queda más remedio que denunciar y actuar, pues si no, luego vendrán los lamentos propios o bien de otros profesionales afectados.
Dr. Manuel María Ortega Marlasca. Especialista en Medicina Familiar y Comunitaria.
BIBLIOGRAFIA
1. Dr. Rodríguez Vicente. Las agresiones que comunican los Colegios de Médicos son sólo ‘la punta del iceberg’ del problema. [Internet]. Médicos y Pacientes. 2019 [citado 1 de enero de 2022]. Disponible en: http://www.medicosypacientes.com/articulo/dr-rodriguez-vicente-las-agresiones-que-comunican-los-colegios-de-medicos-son-solo-la-punta
2. Ortega-Marlasca M-M. La impunidad compartida [Internet]. BLOG AP25 – CONSEJO GENERAL DE COLEDIOS OFICIALES DE MEDICOS. 2020 [citado 18 de diciembre de 2020]. Disponible en: https://www.cgcom.es/dr-ortega-marlasca-“la-impunidad-compartida”