Fernando Ramírez Gómez. Vocal de Médicos de Atención Primaria del COMCADIZ
No, no estamos cerrados. Y parece mentira que tengamos que salir a defendernos ante esta falsa acusación. Corta memoria de aquellos que nos acusan ahora y hace poco salían a aplaudirnos a los balcones en lo más duro de la pandemia. Ya no nos necesitan como antes, ya no tienen miedo. Ahora, algunos, quieren volver al “Opencor sanitario”, al “todo a cien” de antes, en el que no importaba la calidad del servicio, generar listas de espera y demoras por infinidad de atenciones banales, no importaba que el médico al que buscabas estuviese hasta 24 horas sin parar de trabajar con el peligro para la seguridad de todos, en el que los pacientes se agolpaban en salas de espera horas y horas… Nada importa ya.
- Reflexionemos.
En primer lugar, y no me cansaré de decirlo, por desgracia, los médicos de familia somos la especialidad donde más muertes hemos sufrido a causa del SARS Cov-2 (ojalá nos hubiésemos podido esconder de este “bicho”) habiendo tenido incluso que vestirnos con bolsas de basura para atender casos sospechosos (sí, los médicos de familia, en los centros de salud. En las casas). Segundo, por mucho que en los medios solo apareciesen (mayoritariamente) los hospitales, al igual que poco hemos visto funerales o morgues, poco ha salido reflejado el trabajo de los centros de salud donde, cuando a mediados de abril, en los hospitales se habían atendido 65.000 casos, en Atención Primaria lo estaban haciendo sobre 900.000 (no estamos escondidos, nos ocultan que es diferente). Ahí estábamos y ahí seguimos. Pese a la infradotación crónica de personal que sufrimos, pese a hacernos ahora también responsables de los rastreos y las residencias de mayores. Sobreesfuerzo ingente. Y no nos quejamos por ello, pero por esto mismo nos duelen estas falsas acusaciones.
La pandemia ha provocado muchos cambios, en muchos ámbitos, y en sanidad no iba a ser menos. Hemos descubierto muchas facetas de mejora en nuestro sistema sanitario. Si se extiende el uso de mascarillas o se limitan aforos en lugares públicos pues el virus sigue entre nosotros, ¿Cómo vamos a permitir salas de espera llenas en centros sanitarios? Y aquí, entramos en el principal foco de esa falaz queja de “los centros están cerrados “(y los bares abiertos): la telemedicina (las llamadas telefónicas fundamentalmente).
¿A ver si es que pensamos que a los centros de salud acude gente sana para divertirse como a los bares?, ¿o que funcionan como negocio o mercado donde si se cierra aumenta el paro? Ridícula comparación.
No hemos estado cerrados nunca, no hemos dejado de atender pacientes nunca. Por teléfono, sí, pero también presencialmente e incluso en sus domicilios a quien lo ha necesitado. Eso sí, la necesidad ya no la determina el propio paciente sino el profesional, que para eso nos forman, ganando en agilidad, eficiencia y calidad. Nada de correr atendiendo 60 pacientes en una mañana, cada 5 minutos y sin tiempo casi de mirar a la cara (queja fundada anteriormente y que algunos parecen haber olvidado). Esto sí que era una indignidad y un engaño en la atención (por mucho que los médicos, como siempre, se esforzasen en hacerlo lo mejor posible). Nadie se queja de que los hospitales funcionen así. También han utilizado (y utilizan) las llamadas telefónicas, y además el triaje y el filtro previo funcionan desde siempre y todos lo entendemos. Nadie se planta en la consulta del cardiólogo o el traumatólogo porque “quiero que me vean esto y ahora, porque yo creo que…”. Y no, nadie dice que estén cerrados.
Estamos en verano y como siempre, las infradotadas de por sí plantillas de los centros de salud tienen aún menos personal por las vacaciones (¿alguien piensa que tampoco debemos tener vacaciones?). Pues a esto, sumémosle las nuevas funciones generadas por el control de la pandemia (por vuestra seguridad) y los cambios organizativos que conlleva, y le aseguro que estamos trabajando aún más que cualquier verano (donde se supone que la patología decae). Una telellamada no es solo “una consultita”, supone la asimilación de muchos conceptos en esa parte fundamental del Acto Médico que en la profesión denominamos anamnesis. Por supuesto, para muchos diagnósticos esta anamnesis ha de ser seguida por la exploración, y para ello, cuando en la anamnesis telefónica detectamos esta necesidad, citamos al paciente para que acuda a nuestra consulta. Con la seguridad y el espacio necesarios para ello.
Todos sabemos, por otra parte, que el “médico de cabecera” tiene un conocimiento de sus pacientes tras años de tratarlo (cuando se tiene la suerte de tener un médico fijo desde hace años, que ese es otro tema) que le facilitan esta labor (a diferencia de los contactos puntuales que suelen darse en el hospital). Como también sabemos que no todas las demandas de atención en los centros de salud precisan de una exploración: muchas son de tipo burocrático (renovación de recetas, entrega de informes, partes de baja, peticiones de transporte,…), otras son revisiones y comunicaciones sobre procesos ya conocidos que perfectamente se pueden realizar telefónicamente pues no precisan de exploración (evolución de procesos crónicos, como ha sentado un tratamiento, resultados normales de analíticas,…), e incluso, muchas demandas que llegaban a la consulta del médico debían ser direccionadas a otros profesionales (en los centros de salud no solo trabajan médicos): enfermería, administrativos, odontólogos, trabajadores sociales…TODO ESTO ES LO QUE HA VENIDO A RACIONALIZAR LA TELEMEDICINA (y la nueva organización en los centros de salud). Con ello, no tengo duda, que seremos más efectivos, ágiles y eficientes, dando un trato más adecuado a los enfermos que de verdad precisan una atención médica.
Con todo esto no quiero ni mucho menos decir que es perfecto. Como camino nuevo que recién hemos empezado a andar, tiene muchas aristas que pulir. Para empezar hay que facilitar el acceso a la petición de citas, aumentando el número de líneas telefónicas para que los sistemas no colapsen y se respondan ágilmente las llamadas. Hay que tener en cuenta a aquellos pacientes menos familiarizados con las nuevas tecnologías, con problemas de audición… pero con todo, ni hemos abandonado la medicina tradicional ni, mucho menos estamos cerrados. Progresemos. Por una sanidad pública de calidad, eficiente, universal, que llegue a todos y en especial a los que más lo necesitan.