Miguel Fernández-Melero Enríquez. Jefe de la Asesoría Jurídica del COMCADIZ
Varios colegiados recuerdan (porque hay cosas que nunca se olvidan) que en su día se pusieron en contacto con la Asesoría Jurídica del Colegio porque habían sido citados por la Guardia Civil.
Se trataba de recibírseles declaración como imputados (ahora se llama investigados) como supuestos autores de delito de estafa por expedición de recetas en número muy superior a las que los pacientes precisaban. Las recetas eran auténticas y habían sido expedidas por la Farmacia, lo que había producido el correspondiente gasto para la administración sanitaria.
Se produjo una concienzuda investigación por parte de la administración, se vieron indicios de falsedad y estafa y ello dio origen a la denuncia ante la Guardia Civil, lo que supuso que tuvieran que declarar, y la posterior comparecencia en el Juzgado de Instrucción de turno de todos los médicos implicados en el asunto.
Al cabo de varios años ya se ha resuelto la cosa. Han terminado condenados la farmacéutica que expendió las recetas y la persona que adquiría los medicamentos. La primera por delito de estafa y el segundo por los delitos de estafa, contra la salud pública e intrusismo. Como no he podido ponerme en contacto con todos mis defendidos, aprovecho esta tribuna para informarles que ya pueden olvidarse del problema y que no tendrán que comparecer, ni siquiera como testigos, para lo cual habían sido citados por la Audiencia Provincial.
El problema estuvo en que, por un fallo informático, los médicos recetaban medicamentos en cantidades muy superiores a las que pretendían, lo que era aprovechado por otras personas para su lucro personal.
De esto aprendemos que no hay que dar nada por supuesto. Que los ordenadores también se equivocan y, por tanto, hay que comprobar que han interpretado bien las órdenes que se les dan. Y si vemos que el aparato presenta deficiencias, entonces aconsejo que la misma se haga constar detalladamente por escrito, que se presente y se obtenga sello de registro de entrada. Si en el futuro se presentan problemas como los que han tenido sus compañeros, el médico que resulte implicado puede explicarlos y atribuírselos a quien no arregló el ordenador, y no a quien se vio obligado a utilizar un aparato defectuoso como instrumento de trabajo.
Y la semana que viene, más.