Miguel Fernández-Melero Enríquez. Asesoría Jurídica del COMCADIZ
Pasa el tiempo y se siguen produciendo los mismos problemas que afectan a los médicos. Parece que fue ayer cuando hablábamos de una cuestión que ha llevado la preocupación a un buen número de colegiados y, pese a que ofrecimos una solución bien sencilla, hay quien no se ha enterado y ahora sufre las molestas consecuencias.
Me refiero al problema que se produce cuando un médico atiende a una persona de otro sexo en su consulta. Y, sobre todo, cuando ha de practicar una exploración o simplemente auscultarla.
El abuso sexual ya no existe como tal en el Código Penal, sino que ahora se califica como agresión sexual cualquier acto que atente contra la libertad sexual de otra persona sin su consentimiento, y establece el castigo de pena de prisión de uno a cuatro años. Cabe que, en atención a las circunstancias, el órgano sentenciador imponga pena de multa de dieciocho a veinticuatro meses. El seguro de responsabilidad civil no cubre un delito que se presupone doloso.
Y si hablamos de realizar actos de carácter sexual con un menor de dieciséis años, la pena de prisión prevista por el Código es de dos a seis años.
La Ley Orgánica 10/2022 de 6 de septiembre, conocida como ley de “solo sí es sí”, deja poco lugar a la duda, por lo que hay que tener mucho cuidado de que, con la actuación profesional que se realice, alguien pueda pensar que se ha producido algún tipo de acto que atente contra la libertad sexual de otra persona.
El Código de Ética y Deontología Médica, en su artículo 8.2, establece que “Médico y paciente tienen derecho a la presencia de un acompañante si la situación asistencial lo requiere y lo permite”. Por eso aconsejo que, si se produce la circunstancia de tener que realizar cualquier acto que, por remoto que parezca, pueda llegar a producir la denuncia por agresión sexual, antes de realizarlo se solicite la presencia de algún miembro del personal sanitario del centro, a fin de que el mismo se encuentre presente mientras se realiza el acto médico.
Inmediatamente se nos puede decir que eso es difícil, pues la escasez de personal y el mucho trabajo que hay que soportar imposibilita poder contar con la presencia de cualquier compañero.
Si eso se produce, un médico forense que conocí hace muchos años, recomendaba que se acudiera a la sala de espera y se reclamara la presencia de la persona que se considere más idónea, a fin de que actúe como ayudante/testigo del acto profesional, haciendo constar su nombre en la Historia Clínica correspondiente.
Con esta medida se pueden evitar fácilmente muchos sofocones.