Antonio Ares Camerino
«No sé si fue la cena copiosa a deshoras o la copa larga del final, con hielo, copa de balón y destilado de muchas hierbas, pero al acostarme presentí que el sueño de esa noche no iba a ser placentero. A ello se sumó el olor a tabaco que desprendía mi ropa. Donde habíamos estado era al aire libre, pero había muchas personas echando humos a los cuatro vientos. No sé cuánto tarde en conciliar el sueño, pero los presagios se cumplieron. De pronto me vi en un sitio cerrado, intuía que había mucha gente a mí alrededor por el barullo, pero no veía a nadie. El humo blanco del tabaco inundaba toda la estancia. No podía respirar, los ojos me lloraban de irritados y una música ensordecedora cumplía su rito de pesadilla. De buenas a primeras sentí un cuchillo de aire frio, el ruido se transformó en silencio y el aire se perfiló puro y limpio a la vez. El terror de la pesadilla se había convertido en un buen sueño».
En el año 1987 la Asamblea de la Organización Mundial de la Salud (OMS) instituyó el Día Mundial sin Tabaco cada 31 de mayo para llamar la atención hacia la pandemia de tabaquismo y sus efectos letales.
El Tabaco causa 8 millones de muertes cada año. La evidencia publicada este año demuestra que las personas fumadoras tienen mayor probabilidad de desarrollar enfermedad severa por COVID-19 que las no fumadoras. Según la OMS la pandemia ha llevado a millones de personas consumidoras de tabaco a manifestar que desean dejarlo (Fase contemplativa del proceso de abandono. En los próximos seis meses estarán dispuestos a dejarlo). Como cualquier otra adicción dejar de fumar puede resultar difícil. Las circunstancias de estrés social, pobreza, miedo y miseria que ha traído la pandemia han venido a agravar esos motivos que llevan a la persona fumadora o no salir del humo perpetuo.
Los beneficios de dejar de fumar son casi inmediatos. Tan solo transcurren 20 minutos de la última calada y la frecuencia cardíaca baja a niveles sin estrés nicotínico. A las 12 horas el monóxido de carbono en sangre vuelve a niveles sin humos. En pocas semanas el sistema cardiovascular y la función pulmonar empiezan a recuperar ese lustre de la persona no fumadora, empiezan a acostumbrarse al aire puro.
La OMS con motivo de este Día Mundial sin Tabaco lanza su lema «Comprométete a dejarlo durante la COVID-19». En un documento elaborado con tal motivo pone de manifiesto más de 100 razones para dejar el tabaco. Sólo algunas de ellas nos pueden servir para animar a las personas fumadoras a poner en marcha ese reto innegociable que es recuperar años de vida para ellas y para los suyos.
- El tabaco afecta al aspecto físico casi de inmediato (impregna la ropa, provoca mal aliento, produce envejecimiento prematuro, causa sequedad de la piel y las mucosas).
- El tabaco es una amenaza para las personas fumadoras, pero también para la salud de sus familiares y de sus amigos (más de medio millón de personas mueren cada año debido a la exposición al humo de tabaco ajeno. Los fumadores pasivos tienen mayor riesgo de cáncer de pulmón que las personas no expuestas al humo del tabaco).
- Fumar o usar cigarrillos electrónicos cerca de los niños y niñas compromete su salud y su seguridad.
- El consumo de tabaco tiene consecuencias sociales negativas (afecta a las relaciones sociales).
- Fumar es caro, el dinero puede emplearse en cosas más importantes (De media una persona fumadora gasta 150€ mensuales en tabaco, lo que equivale a 1.800€ al año).
- Fumar reduce la fertilidad, tanto femenina como masculina, y aumenta la mortalidad perinatal.
- Todas las formas de tabaco son mortales.
- El comprar tabaco estamos apoyando económicamente a una industria que explota a agricultores y emplea mano de obra infantil y promueve la enfermedad y la muerte.
- El consumo de tabaco, y en especial el hábito de fumar cigarrillos, quita la respiración (el 25% de las muertes que se producen en el mundo están directamente relacionadas con el consumo de tabaco).
- El tabaco rompe corazones (las personas fumadoras tienen el doble de riesgo de padecer enfermedades vasculares y cuatro veces más de sufrir cardiopatías).
- El tabaco causa más de veinte tipos de cánceres de manera directa.
- Las personas fumadoras tienen más posibilidades de padecer problemas de visión y de audición.
- El tabaco daña casi todos los órganos del cuerpo.
- El consumo de tabaco y la nicotina perjudican seriamente a los bebés (aumenta el riesgo de muerte fetal, aumenta la probabilidad de bajo peso al nacer, de abortos y de partos prematuros).
- El tabaco contamina el medio ambiente, las colillas se han identificado como portadoras de sustancias peligrosas como el arsénico, el plomo y el formaldehido, su degradación puede tardar años. El sólo uso de cerillas equivale a la talla de nueve millones de árboles).
Para las personas fumadoras sólo hay motivos para aceptar el reto de comprometerse en el intento de dejar de fumar. Para los profesionales sanitarios existen múltiples razones de peso para ofrecerles toda la ayuda que esté a nuestro alcance para conseguirlo.
¡Entre todos podremos tener un Buen Sueño¡
BIBLIOGRAFÍA