Irene Ares Sainz, Ambientóloga
Desde hace 48 años, cada 5 de junio se celebra en todo el planeta el Día Mundial del Medio Ambiente. Fue en 1972, en la Cumbre de Estocolmo de las Naciones Unidas cuando por primera vez se puso de manifiesto, a tan alto nivel, la estrecha relación que existe entre el hombre, como raza, y el medio natural. Y se creó lo que hoy conocemos como el Programa de las Naciones Unidas por el Medio Ambiente (PNUMA).
Es este organismo el que cada 5 de junio invita a ciudadanía, sector empresarial, gobiernos de todo el mundo, ámbito científico y académico y otros muchos agentes sociales a reflexionar sobre el modelo de desarrollo al que estamos contribuyendo.
Este año, la celebración viene marcada por un hito histórico, una pandemia como pocas se han vivido en la Edad Contemporánea, provocada por el ya conocido virus coronavirus 2 del síndrome respiratorio agudo grave (SARS-CoV-2). Desde diciembre de 2019, con la aparición de los primeros casos, muchas cosas han cambiado y mucho hemos reflexionado en nuestros ratos de confinamiento.
Si de algo podemos estar seguros es de que no debemos subestimar a la naturaleza. Ella estaba primera, formamos parte de ella, y ella seguirá cuando ya nos hayamos ido. Su poder siempre estará por encima de nosotros, aunque en muchas ocasiones no lo tengamos presente.
El tema escogido para la celebración de este año no podía ser más adecuado: la biodiversidad. Naciones Unidas hace un llamamiento urgente y necesario para combatir la pérdida de especies y la degradación de los ecosistemas.
La biodiversidad se concibe como la variedad biológica y genética que encontramos en la tierra. Ella es la responsable de que existan los ecosistemas y que estos, a su vez, nos presten innumerables servicios. Tenemos agua, aire y alimentos gracias a los ecosistemas, la temperatura del planeta la regulan los ecosistemas, muchos recursos y medicamentos provienen de los ecosistemas… Sin ellos nuestra supervivencia es bastante limitada.
Sin embargo, como si la cosa no fuera con nosotros, hemos sido capaces de provocar severas alteraciones en el equilibrio de nuestro planeta. La Plataforma Intergubernamental sobre biodiversidad y servicios ecosistémicos (IPBES) afirma que en los últimos 50 años, la población humana se ha duplicado, el tamaño de la economía mundial casi se ha cuadruplicado y el comercio mundial ha aumentado unas diez veces.
Como cabe esperar, la salud de nuestros ecosistemas ha sufrido una tendencia contraria. WWF (Fondo Mundial para la Naturaleza) acaba de publicar un informe titulado “pérdida de naturaleza y pandemias” en el que afirma que en los últimos 40 años las poblaciones mundiales de vida silvestre disminuyeron en un 60% a consecuencia de las actividades
humanas. Hoy en día, un millón de especies animales y vegetales se enfrentan a la extinción, algunas en tan sólo décadas.
Entre las principales causas responsables de estas alarmantes estadísticas están acciones como los cambios en los usos del suelo, la sobreexplotación de plantas y animales, la contaminación, la proliferación de especies invasoras o la preocupante emergencia climática.
La aparición del COVID-19 ha puesto en evidencia que cuando destruimos la biodiversidad destruimos el sistema que sustenta la vida. Sirva esta situación para darnos cuenta que la salud humana está absolutamente ligada a la salud del planeta.
Los coronavirus, y otras muchas enfermedades tienen un origen zoonótico, es decir, que se transmiten de animales a personas. Naciones Unidas afirma que actualmente, el 60% de todas las enfermedades infecciosas conocidas en humanos son zoonóticas, al igual que el 75% de las enfermedades infecciosas emergentes.
Cuanto mayor sea la distorsión provocada a la naturaleza, cuanto mayor sea el impacto de nuestras actividades sobre los ecosistemas y la biodiversidad, mayores oportunidades brindamos a los patógenos para que pasen de los animales a las personas. Hemos levantado las barreras. Hemos cambiado el sistema que naturalmente nos protegería, y nos está saliendo caro.
La clave del Día Mundial del Medio Ambiente 2020 está clara: la naturaleza nos está enviando un mensaje.
Es la hora de la naturaleza, es la hora de actuar:
- Averigua qué están haciendo las administraciones públicas para proteger el medio ambiente y recuérdales porqué es importante cumplir con los objetivos ambientales,
- Incluye en tu dieta alimentos más amigables con el medio ambiente,
- Reduce tus viajes y utiliza medios de transporte sostenible,
- Si tienes jardín en tu hogar, deja algunos espacios verdes salvajes para que los polinizadores y los insectos que viven en el suelo pueden prosperar.
- Reduce el uso de plásticos y evita los de un solo uso,
- Recicla todo lo que puedas
- Construye un huerto en tu balcón, o en otros espacios de tu hogar. Apoya alguna iniciativa comunitaria de huertos urbanos.
- Minimiza el uso de productos químicos domésticos que pueden tener efectos tóxicos en el suelo y en el agua. Opta por productos naturales, como vinagre, agua y jabón.
- Adquiere productos y alimentos de proximidad en comercios locales
Nuestro futuro depende de las decisiones que adoptemos ahora. No lo dejemos para mañana.
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